Inclusión Existencial: fundamentos, pedagogía y técnicas de enseñanza.

Por Jorge Prioretti @priotty

En nuestra teoría de inclusión multidimensional e integral presentamos una síntesis sobre una inclusión que incluye a todas las demás y las aúna: la inclusión existencial en la que cada educando tiene que ir creando un “estilo de vida” original, único y tiene que “optar por una forma determinada en función de lo que pretenda realizar de su vida”. Aquello que le dé “Sentido a su vida”.

Pero lo más importante en la educación, su objetivo final que aúna a las demás inclusiones es quizás esta.
La persona dotado de libertad y con ella, cada uno, tiene que ir creando un “estilo de vida” original, único, tiene que “optar por una forma determinada de conducta en función de lo que pretenda realizar con su vida”. Aquello que le dé “Sentido a su vida”.
Creo todo lo dicho no es suficiente, podemos agregar muchas inclusiones pero la raíz de fondo, el núcleo del problema de nuestros educandos, como el adulto, es una frustración de vida profunda que por más que cambiemos de estrategias metodológicas mi experiencia indica que esto no basta.
Los padres dicen que la educación para sus hijos es importante pero no actúan acorde a lo afirmado sino que pareciera que trasmiten todo lo contrario. La escuela es un lugar, para mucho de ellos, donde dejar a sus hijos. Y ellos, los educandos, actúan acorde a este criterio.

I. Problema actual del hombre.
Muchas son las vivencias de fracaso y de frustración del hombre actual pero la más importante de ellas y sobre todo la frustración existencial. Con respecto a este tema seguiré a Víctor Frankl autor de “El hombre en busca de sentido”.
Frankl sobrevivió al Holocausto, incluso tras haber estado en cuatro campos de concentración nazis, incluyendo el de Auschwitz, desde 1942 a 1945. Debido en parte a su sufrimiento durante su vida en los campos de concentración y mientras estaba en ellos, Frankl desarrolló un acercamiento revolucionario a la psicoterapia conocido como logoterapia. La logoterapia es la “Tercera escuela vienesa de psicoterapia”.
La Logoterapia es un tratamiento psicoterapéutico, que incluye orientación y acompañamiento, para personas que sufren crisis existenciales, ante problemas críticos que han sufrido así como una pérdida de sentido o crisis personal. La Logoterapia detecta los síntomas de este Vacío Existencial y despierta en la persona la responsabilidad ante sí mismo, ante los demás y ante la vida para darle sentido de vivirla. Este tratamiento invita a hacernos conscientes de nuestra libertad de elegir y asumirla responsablemente, por ello es un camino hacía la realización personal.
Víctor Frankl dice que hoy es una época de frustración existencial. La neurosis es, en última instancia, un sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido .
La vivencia del fracaso que se manifiesta en el “para qué” de la vida, del “sentido”, ha engendrado el hartazgo, ese “hastío que vivimos” que, en nuestras sociedades de consumo en lo más profundo no nos colma como personas.
El hombre sufre la experiencia del vacío y de la nada frente a una sociedad de consumo e industrializada, y cuando más nos encontramos con nosotros mismos más se incrementa, por eso, la tendencia de ocupar nuestro tiempo.
La raíz última de esta frustración consiste, entonces, en no hallarle sentido a la propia existencia. De ahí nace por reacción la necesidad urgente e insuprimible de encontrarle a la vida un significado último y definitivo, de lograr una concepción del mundo a partir de la cual la vida merezca vivirse. ¿Cuál es mi finalidad? Como decía Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará siempre el cómo” .
Hablar del sentido es hablar del valor, de la orientación, de la finalidad de la vida de la persona. “Desde que el hombre se instala en la racionalidad, quiere no solo ser y obrar, sino además saber para qué es y obra, hacia dónde se encamina, cuál es el desenlace de la trama en que se ha visto implicado por el simple hecho de existir” .
Pero si uno conversa con varios educandos encontraremos el sin sentido de una salida laboral, de seguir estudiando para una profesión y el de ser un buen ciudadano. Hay que buscar la manera de convencerlos que esta finalidad hace a la realización de la persona.

Conclusión
La escuela incluye como núcleo aglutinador de las demás inclusiones un sentido de la existencia humana.
• Detectar problemas de los jóvenes que arrastran de su historia y darle sentido. Todo tiene un sentido positivo para nuestra vida por eso Dios lo permite. “Dios escribe derecho pero fuera de los renglones que nosotros seguimos”.
• Integrar a las familias con actividades para trabajar en conjunto este tema: Seminarios, conferencias, charlas debates, jornadas, etc.
• Es necesario el aporte de profesionales en este aspecto.
• Orientar al joven en la capacidad de autodeterminarse libre y responsablemente, de decidir guiado por los valores. (Sobre esto se desarrolló y fundamento con los demás capítulos)

Las actividades de una escuela inclusiva deben ir más allá de las clases para formar a los educandos de hoy

II. Pedagogía existencial.
1. La pregunta por el sentido de la vida.
Como educadores debemos enseñar a que los educandos tengan un cambio radical en su actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después, que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les indaga continua e incesantemente. Nuestra respuesta educadora tiene que estar hecha no solo de palabras, sino de una conducta y una actuación orientada por valores. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ella plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo.
Dichas tareas y, consecuentemente, el significado de la vida, difieren de una persona a otra, de un momento a otro, de modo que resulta completamente imposible definir el significado de la vida en términos generales. Nunca se podrá dar respuesta a las preguntas relativas al sentido de la vida con argumentos específicos. “Vida” significa algo muy real y concreto, que configura el destino de cada persona, distinto y único en cada caso. Ninguna persona ni ningún destino pueden compararse a otra persona o a otro destino. Ninguna situación se repite y cada una exige una respuesta distinta; unas veces la situación en que una persona se encuentra puede exigirle que emprenda algún tipo de acción; otras, puede resultar más ventajoso aprovecharla para meditar y sacar las consecuencias pertinentes. Y, a veces, lo que se exige al hombre puede ser simplemente aceptar su destino. Cada situación se diferencia por su unicidad y en todo momento no hay más que una única respuesta correcta al problema que la situación plantea.
Cuando la persona descubre que su destino es sufrir, por ejemplo, ha de aceptar dicho sufrimiento, pues ésa es su sola y única tarea. Ha de reconocer el hecho de que, incluso sufriendo, él es único y está solo en el universo. Nadie puede redimirle de su sufrimiento ni sufrir en su lugar. Su única oportunidad reside en la actitud que adopte al soportar su carga.

2. Voluntad de sentido.
La búsqueda por parte de la persona del sentido de la vida es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar la persona un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido.
La persona necesita “algo” por qué vivir. La persona, no obstante, es capaz de vivir e incluso de morir por sus ideales y principios. En otras palabras, la voluntad de sentido para muchas personas es cuestión de hecho, no de fe.
Como educadores tenemos que precavernos de la tendencia a considerar los principios morales como simple expresión de la persona. Pues el “sentido de la vida” no es sólo algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la existencia. Si ese sentido que espera ser realizado por la persona no fuera nada más que la expresión de sí mismo o nada más que la proyección de un espejismo, perdería inmediatamente su carácter de exigencia y desafío; no podría motivar al educando ni requerirle por más tiempo. Nosotros no inventamos el sentido de nuestra existencia, sino que lo descubrimos.
Ahora bien, los principios morales no mueven a la persona, no le empujan, más bien tiran de él. Pues bien, la persona se ve arrastrado por los principios morales, lo que implícitamente se infiere es el hecho de que la voluntad interviene siempre: la libertad de la persona para elegir entre aceptar o rechazar una situación. Nunca la persona se ve impulsado a una conducta moral; en cada caso concreto decide actuar moralmente. Y la persona no actúa así para satisfacer un impulso moral y tener una buena conciencia; lo hace por amor de una causa con la que se identifica, o por la persona que ama. Si obra para tranquilizar su conciencia será un fariseo y dejará de ser una persona verdaderamente moral.

3. El sentido de la vida.
El sentido de la vida difiere de una persona a otra, de un día para otro, de una hora a otra hora. Así pues, lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado concreto de la vida de cada educando en un momento dado. Plantear la cuestión en términos generales puede equipararse a la pregunta que se le hizo a un campeón de ajedrez: “Dígame, maestro, ¿cuál es la mejor jugada que puede hacerse?” Lo que ocurre es, sencillamente, que no hay nada que sea la mejor jugada, o una buena jugada, si se la considera fuera de la situación especial del juego y de la peculiar personalidad del oponente. No deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto.
Por tanto ni puede ser reemplazado en la función, ni su vida puede repetirse; su tarea es única como única es su oportunidad para instrumentarla.
Como quiera que toda situación vital representa un reto para el educando y le plantea un problema que sólo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede en realidad invertirse. En última instancia, el educando no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quien se inquiere. En pocas palabras, a cada persona se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida. De modo que el “sentido de la vida” es la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable.

4. La esencia de la existencia.
La capacidad de ser responsable se refleja en: “Vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar.” Me parece a mí que no hay nada que más pueda estimular el sentido humano de la responsabilidad que esta máxima que invita a imaginar, en primer lugar, que el presente ya es pasado y, en segundo lugar, que se puede modificar y corregir ese pasado: este precepto enfrenta al persona con la finitud de la vida, así como con la finalidad de lo que cree de sí mismo y de su vida.
La escuela debe enseñar hacer al educando plenamente consciente de sus propias responsabilidades; razón por la cual ha de dejarle la opción de decidir por qué, ante qué o ante quién se considera responsable.
La función educativa consiste en ampliar y ensanchar el campo visual del educando de forma que sea consciente y visible para él todo el espectro de las significaciones y los principios.
Al declarar que el educando es una criatura responsable y que debe aprehender el sentido potencial de su vida, quiero subrayar que el verdadero sentido de la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como si se tratara de un sistema cerrado. Por idéntica razón, la verdadera meta de la existencia humana no puede hallarse en lo que se denomina autorrealización, como algo desligada de su propia vida. Esta no puede ser en sí misma una meta por la simple razón de que cuanto más se esfuerce el persona por conseguirla más se le escapa, pues sólo en la misma medida en que el persona se compromete al cumplimiento del sentido de su vida, en esa misma medida se autorrealiza. En otras palabras, la autorrealización no puede alcanzarse cuando se considera “un fin en sí misma”, sino cuando se la toma como efecto secundario de la propia trascendencia.

5. Pensamiento situacional.
La educación de la inteligencia fue siempre el objetivo de la misma. Desde Aristóteles y desarrollado, aún más, por Santo Tomás de Aquino se ha discernido diversos tipos de saberes, el conocimiento teórico: Ciencia, Inteligencia o Razón y Sabiduría. Y el conocimiento práctico: Arte, Técnica y prudencia.
Sin desligarnos de estos conceptos nuestro punto de vista más que filosófico es pedagógico y nuestro objetivo es entender la inteligencia a través de objetivos educativos y para la vida.
Dijimos, anteriormente, sobre el Sentido de la Vida que vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ella plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo. Además, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les indaga continua e incesantemente y que debemos descubrir en cada acontecimiento, situación o hecho existencial.
“Vida” significa algo muy real y concreto en cada persona, que configura su destino, distinto y único en cada caso. Ninguna situación se repite y cada una exige una respuesta distinta.
Dijimos que la búsqueda por parte de la persona del sentido de la vida es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el educando un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido. El sentido de la vida difiere de una persona a otra, de un día para otro, de una hora a otra hora. Así pues, lo que importa es el significado concreto de la vida de cada educando en un momento dado. No deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto. A cada persona se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida.
Y esto, el educando no lo puede adquirir con un pensamiento que teórico o abstracto, ni científico sino situacional.
La inteligencia situacional es educar a la inteligencia para discernir las situaciones de vida cotidiana. El Pensamiento Situacional o Conciencia Situacional o Conciencia de la Situación es una representación mental y comprensión de eventos vividos, gentes, interacciones, condiciones ambientales y cualquier otro tipo de factores de una situación específica que puedan afectar al desarrollo de mis actividades humanas, mi comportamiento, mis decisiones y mi propia personalidad. Formulado en términos simples en la consciencia situacional, la persona educada en este tipo de pensamiento, “sabe o prevé lo que ocurre para poder discernir lo que debe hacer”. Educar este tipo de pensamiento trae las siguientes ventajas:

• “Interpretar de la realidad situacional próxima” (visión proyectiva)
a. Como una capacidad para dar respuestas ante situaciones que pueden suceder, que puedan desencadenar problemas en mi vida personal: accidentes, peligros (físicos o morales), sufrimientos, malas experiencias y fracasos, entre otros. Detectarlas a tiempo evito problemas futuros.
b. Reconocer oportunidades que pueden sucederse o circunstancias que puedo alentar para satisfacer mis objetivos.
• “Afrontar situaciones presentes” (visión actual).
a. De situaciones problemáticas: ¿Qué situaciones suceden en mi entorno a la cual debo dar respuesta? ¿Por qué ocurre? ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? Los problemas existenciales si suceden debo interpretarlos y asumirlos. ¡Ya sucedieron! y lo único que me queda es interpretarlos y decidir la mejor solución. Esta es la manera de crecer como persona. Si no lo hago, me atascado, me anulo, me acorralo existencialmente sesgando mi proyecto de vida y mi futuro queda en una encrucijada.
b. De la misma manera, situaciones favorables que puedo aprovechar, fomentar y canalizar acurdo a mi proyecto de vida

En términos de psicología cognitiva la consciencia situacional se refiere al contenido activo del modelo mental de un humano que toma decisiones de las tareas que tiene que llevar a cabo, el propósito de la consciencia situacional es permitir una forma de tomar decisiones apropiadas y efectivas. Logrando mantener la consciencia situacional se potencia la adquisición, la representación, la interpretación y la utilización de cualquier información relevante con el objeto de poner sentido a los eventos que ocurren, pudiéndose anticipar a los acontecimientos futuros y afrontar los problemas presentes, dando la capacidad de poder tomar decisiones inteligentes y de poder mantener el control en vista a su proyecto de vida y de su propia felicidad.
Aprender contenidos es importante que aún más si estos me brindan material para discernir mi entorno existencial y dar respuestas adecuadas a mi vida.

III. Didáctica de una inclusión cultural y tecnológica.
Esta inclusión para nosotros consideramos la siguiente teoría.
Pedagogía existencial.

Pedagogía existencialista.

Y técnicas educativas actuales como:


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