Independencia de Colombia

Por Enrique @asurza

La Gran Colombia comprendía el Virreinato de Nueva Granada (la actual Colombia), la Audiencia de Quito (hoy Ecuador) y la Capitanía General de Venezuela.
En Nueva Granada, el virrey Antonio Amat y Borbón se niega a obedecer al hermano de Napoleón. En Quito, una Junta soberana depone al presidente de la audiencia el 10 de agosto de 1809, para evitar la dependencia de Bonaparte. Los criollos fracasan en su intento libertador debido a divisiones internas y a la pronta reacción militar de los virreyes Abascal y Amat.
La idea cundió por toda la región, a pesar del fracaso. En Caracas, al conocer el rápido avance francés por la Península, el capitán general renunció por presiones populares. El cabildo creó la Junta Suprema de Caracas que, de inmediato, adoptó una serie de medidas liberalizadoras y envió delegados a las provincias venezolanas y al exterior.
El ejemplo fue imitado por Nueva Granada. El cabildo de Cartagena de Indias toma el poder y se reúne en Bogotá el 20 de julio de 1810, creando la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada y el virrey Amat es consiguientemente expulsado.
Los revolucionarios unitarios optaron por seguir a Antonio Nariño; los federalistas, a Camilo Torres.
En Quito se organizó un nuevo levantamiento a principios de agosto de 1810, que fue duramente reprimido por la tropa virreinal. Sin embargo, los quiteños instituyen una Junta Superior de Gobierno (1812) rechazada y combatida por el virrey Abascal, con cuyas tropas, al mando de los hermanos Montúfar, se enfrentaron sin éxito.

En Venezuela, tres regiones del país no reconocieron a la Junta de Caracas, la cual, ante la desesperada situación, solicitó el apoyo de los Estados Unidos e Inglaterra, convocó un Congreso Nacional y proclamó la independencia el 5 de julio de 1811. Se produce entonces la reacción realista en Caracas, a la que se oponen Valencia, Coro y otras poblaciones. Los insurrectos, encabezados por Francisco de Miranda, son hostigados por tropas de infantería y por la ilota que mandaba el capitán Domingo Monteverde. El 26 de marzo de 1812 un terrible terremoto debilita las posiciones rebeldes.
Derrotado por Monteverde, Miranda capitula en San Mateo. Al huir hacia La Guaira para refugiarse entre los ingleses, víctima de las calumnias de algunos insurrectos, es entregado a su enemigo y recorre varias cárceles, hasta morir en La Carraca (Cádiz).
Vencidos temporalmente los venezolanos, muchos se refugian en Nueva Granada. Entre ellos destaca Simón Bolívar y Palacios, nacido en Caracas en 1783 y educado por el brillante intelectual Andrés Bello, que le inculcó sus ideas liberales e ilustradas. Había viajado por España (cuya Corte frecuentó), conocido al imperio napoleónico y tratado con el científico Alexander Von Humboldt. Ante su preceptor, Simón Rodríguez, ascendiente sobre él, juró Bolívar en Roma dedicarse a la causa de la liberación de América.
Una vez iniciada la contienda, fue enviado con Andrés Bello como comisionado a Londres. Al retornar a su patria, se incorporó a la lucha en Puerto Cabello junto a Miranda.
Fracasada la primera etapa insurrecional, se refugia en la isla de Curaçao. Después se infiltra en Nueva Granada y se pone al servicio de la revolución.
En Cartagena es nombrado coronel. Defiende el río Magdalena y rechaza un ataque en la zona de Pamplona. Todo ello le valió el grado de brigadier y un enorme prestigio entre los neogranadinos.
Bolívar concibió y puso en práctica, con la anuencia de Camilo Torres, el plan de invadir Venezuela desde Nueva Granada, con lo que demostraba la relación íntima entre ambas independencias. Con seiscientos hombres a su mando, invadió Mérida y Trujillo y proclamó su famosa Guerra a muerte (junio de 1813).
Tras los éxitos en Niquitao y Taguanes, que obligan a Monteverde a refugiarse en Puerto Cabello, entra triunfalmente en Caracas, el 6 de agosto de 1813, restablece la república venezolana y vuelve a enfrentarse a Monteverde, que le hostigaba desde Puerto Cabello, después de recibir refuerzos de Cádiz.
A pesar de que el cabildo caraqueño había conferido a Bolívar el título de Libertador, la situación no estaba aún consolidada.
La revolución decayó ante la enérgica contraofensiva española auxiliada por los llaneros de Boves, asturiano que había creado en la tristemente célebre legión infernal. La contienda había adquirido un carácter de guerra de exterminio.
Bolívar y Nariño sufren una derrota el 15 de julio de 1814 en la batalla de la Puerta, a consecuencia de la cual se perdió Caracas de nuevo.
En Nueva Granada, reconciliados federalistas y unitarios, proclamaron la independencia en Bogotá a instancias de Nariño, el 16 de julio de 1812 y adoptaron para el país el nombre de Cundinamarca. Pero un ejército realista apresó a Nariño. Bolívar, tras varios fracasos en Nueva Granada y el oriente de Venezuela, marchó a la colonia inglesa de Jamaica, donde escribió en septiembre de 1815, su famosa Carta en la cual achacaba los desastres a la desunión de los mandos.
Cartagena de Indias, la plaza mejor fortificada de América, fue sitiada por el español Morillo por mar y tierra, durante ciento ocho días, lo que supuso el final de la resistencia neogranadina, pues el 6 de mayo de 1816, Bogotá se entregaba.

La segunda fase revolucionaria

España no adoptó en 1816 la política conciliadora que hubiera neutralizado a los rebeldes y captado a los que todavía sentían respeto por la monarquía peninsular. Por el contrario, Fernando VIl dispuso medidas represivas contra radicales y moderados.
Las represalias de Morillo contra los insurrectos fueron feroces. Se fusiló, encarceló, condenó a trabajos forzados e impuso onerosos gravámenes a las ciudades que habían colaborado con los independentistas.
La crueldad del integrismo fernandino en América provocó un nuevo levantamiento iniciado en la región rioplatense, única que podía acoger a los exiliados. Así, San Martín y O'Higgins llevaron la revolución a Chile, mientras Bolívar, desde el extranjero, la llevaba al norte. En Guayaquil se encontraron los dos libertadores en 1822.
En Venezuela, Páez hostigaba a los españoles con sus llaneros. El presidente de Haití, Alexandre Pétion, facilitó a Bolívar cuatro batallones, con los que desembarcó en Ocumare en 1816. Tras muchos reveses, con Páez y el almirante inglés Brion, venció al general Morillo en febrero de 1818.
Morillo persiguió a los llaneros de Páez por el río Apure, donde sufrió una derrota en Queseras del Medio.
Bolívar decidió la invasión de Nueva Granada a través de los Andes, encargó a Páez entretener a Morillo en los llanos y estableció una columna neogranadina al otro lado de la cordillera al mando del general Francisco de Paula Santander. Recorrió a marchas forzadas cientos de kilómetros con su tropa y cruzó los Andes por el páramo de Pisba, donde experimentó cuantiosas pérdidas y entabló un primer contacto con el enemigo en el pantano de Vargas.
La victoria de Boyacá, el 7 de agosto de 1819, selló la independencia de Nueva Granada.
El 18 de diciembre de 1819 Bolívar proclamó en el Congreso de Angostura (con la asistencia de los delegados de las provincias donde se aprobó la Constitución unitaria) la independencia de la Gran Colombia, de la cual había sido elegido presidente y general en jefe del ejército, meses antes.

El fin de la guerra

A pesar de los éxitos bolivarianos, Morillo permanecía en Venezuela con fuerzas realistas leales. Durante el trienio liberal que siguió al pronunciamiento de Riego en 1820, los contendientes suavizaron sus posiciones extremas. Bolívar concierta con Morillo la tregua de Trujillo, en noviembre de 1820. Seis meses más tarde se reanudan las hostilidades y Bolívar obtiene un gran triunfo en Carabobo, el 24 de junio de 1821. El Congreso de Cúcuta confirmó el 30 de agosto de 1821 la unión entre Nueva Granada y Venezuela, nombró a Bolívar presidente y a Francisco de Paula Santander vicepresidente. El 23 de noviembre de 1823 Páez dominó a las últimas fuerzas españolas, con lo que la independencia de Venezuela quedó garantizada.
Guayaquil proclamó su independencia el 9 de octubre de 1820, mientras que Quito se había convertido en el reducto de los realistas intransigentes. Para sofocarlos Bolívar marchó sobre la región de Pasto y triunfó en Bomboná el 7 de abril de 1822. Antonio José de Sucre, su lugarteniente, convirtió a Guayaquil en su cuartel general para la campaña libertadora de Quito que culminó en la batalla del volcán Pichincha, el 24 de mayo de 1822.
Con la unión de Venezuela, Nueva Granada y Quito en la Gran Colombia se cumplió el ideal bolivariano, expresado a través de dos documentos históricos: el Manifiesto de Cartagena (1812), de corte antifederalista y unitario y la Carta de Jamaica (1815).
Las ideas políticas de Simón Bolívar sirvieron de fundamento a la estructura estatal de muchos países de la América del Sur. En el Manifiesto de Cartagena, Bolívar analizaba las causas del fracaso de la primera revolución venezolana. Aunque reconocía que el sistema federal era el más perfecto de cuantos hasta entonces se habían concebido para conseguir el bienestar de las naciones, consideraba que esas ideas habían provocado el fracaso de los insurrectos venezolanos, pues sostenía que en las etapas iniciales, ante un enemigo poderoso como era el ejército español, era menester presentar un frente unido.
Paradójicamente, estas tesis tan claras y lógicas están en la raíz de las luchas civiles que enfrentaron a unitarios y federalistas a lo largo del siglo XIX en los nuevos estados independientes. Un ejemplo desafortunado fue la efímera unión de la Gran Colombia.
En la Carta de Jamaica, escrita mientras estaba exiliado en ese país, insistía en la unión de Nueva Granada y Venezuela en una sola nación que debía llamarse Colombia en honor del descubridor de America, con una capital que se llamaría Las Casas, en honor del ilustre defensor de los indigenas, lo que debía disipar las sospechas de antihispanismo que le atribuían sus enemigos. La estructura del futuro Estado debía seguir los vínculos del parlamentarismo británico, con un poder ejecutivo ejercido por un presidente elegido periódicamente o, quizás, por una sola vez. El parlamento estaría integrado por un Senado de notables que fiscalizaría al gobierno, y una cámara legislativa integrada por representantes electos mediante el sufragio popular libre.