En virtud del tratado de Ryswick (1697) España había cedido a Francia la parte occidental de la isla de Santo Domingo, que se convirtió así en un emporio cafetalero habitado por más de medio millón de esclavos y unos 50.000 blancos, en cuyo territorio surgiría el actual Haití.
Al estallar la Revolución francesa, los esclavos reclamaron la abolición de la esclavitud y la igualdad con los blancos, inspirados por la Declaración de Derechos de la Asamblea Constituyente, sin darse cuenta de que esa declaración, que en teoría se refería a todo el género humano, en realidad contemplaba sólo los derechos de los blancos. Estos últimos, carentes de visión y temerosos de las posibles consecuencias, se negaron rotundamente a acceder, y con ello sólo consiguieron precipitar el levantamiento en armas de los esclavos, que lo hicieron con una violencia terrible pero en concordancia con la bárbara explotación a que habían sido sometidos. Los ingleses, interesados en adueñarse de la rica colonia cafetalera, ayudaron a los sublevados, por lo que el gobierno francés decidió poner las tropas coloniales al mando de un capacitado militar negro haitiano, miembro del ejército de la colonia, Toussaint L'Ouverture, quien consiguió imponer una tensa calma al tiempo que ocupaba la parte española de la isla, la colonia de Santo Domingo, que había sido cedida a Francia en 1795 en virtud del tratado de Basilea.
En 1801 L'Ouverture promulgó una Constitución para Santo Domingo que declaraba toda la isla como colonia autónoma del imperio francés, pero ante la negativa a entregar todo el poder de la población de origen español, Toussaint se impuso como jefe supremo y rompió abiertamente con Francia. El Estado creado por Toussaint fue reconocido por EE.UU. y Gran Bretaña, pero no por Napoleón, quien envió a la isla al general Leclerc al mando de un fuerte contingente de tropas. Éste derrota a Toussaint, le hace prisionero mediante un engaño y le envía a Francia junto con los demás jefes negros capturados. Allí moriría. En el país sólo quedaron jefes mulatos como Clervaux y Pétion. Muerto Leclerc, fue sustituido por el general Rochambeau, quien sitiado desde el mar por los ingleses de Jamaica y desde tierra por el caudillo mulato Dessalines, fue derrotado en la batalla de Cap Francáis (noviembre, 1803). Finalmente, el 1 de enero de 1804, se proclama la independencia de Haití, primera república negra del mundo y segunda de America, después de los EE.UU.
La proclamación, hecha por Dessalines en Gonaives, estuvo presidida por el júbilo de negros y mulatos. El líder independentista, capaz estratega natural pero ex-esclavo analfabeto, se mostró incapaz de gobernar un país inculto y maltrecho, como lo demostró al decretar el exterminio de la minoría blanca que había decidido quedarse en el país, e invadir posteriormente la parte española de la isla, Santo Domingo, donde sembró el terror y asesinó a mansalva, aunque fracasó en la toma de la capital. Su despotismo exasperó a sus propios correligionarios y fue asesinado en octubre de 1806. El país quedó dividido entre dos gobiernos: en el sur de la isla, el de Alexandre Pétion, de carácter moderado, y en el norte, el de Henri Christophe, megalómano y déspota como Dessalines quien se proclamó emperador con el hombre de Henri I y sometió a su pueblo a las más curiosas extravagancias, hasta que un movimiento revolucionario le hizo suicidarse ante la inminencia de la derrota. Desaparecidos todos los líderes de la independencia, sólo quedó Pierre Boyer, mulato inteligente que dio coherencia y estabilidad al turbulento país.