Buena parte del festival ha consistido en trabajo, trabajo repartido en talleres de todo tipo, se han hecho máscaras, cocinas, balsas para bajar el río Arlanza, se han tejido telas de araña, construido bóvedas, aprendido a construir con paja y con barro, y alguno hasta ha vaciado un tronco para construir la casita de pájaro en el taller de Salva Carrascosa, Juan Montaña y Pepe García. (Txorietxe le llamaban los autores... inconfundibles!)
En otros talleres como el de "En mis tiempos..." con Diego Grisalena, Ana Aldama y Mathilde Lefévre se buscaba la interacción con el pueblo, indagando en el pasado hasta el punto de descubrir historias geniales sobre como tienen el ombligo los paisanos. También en esa línea de interacción, "1:1 Action" llevado por Álvaro Carrillo, Eduardo Tazón y Pablo Gancedo, en el que se han materializado "artefactos" para que se convirtieran en acontecimientos urbanos, como una librería móvil, jardines colectivos, pantallas led o una dinamo estilo locomía (solo falta un tren raya*).
De nuestra mano venía el Taller de Pintura Mural, con la genial artista y mejor persona Ana Martínez. Después de desvirtualizarnos en IFAC13 y ser la primera vez que trabajábamos juntas, puedo decir que estoy encantada con el resultado y la manera de complementarnos. ¡Gracias Ana!Para nuestro ejercicio nos planteábamos varias cuestiones y para resolverlas dividimos nuestras acciones en diferenes proyectos.
Para poneros rápidamente en contexto, Covarrubias no es un marco fácil en el que intervenir, es un escenario idílico y cuidado, pero en el que un toque de actualidad, le beneficiaría, sobre todo si este toque pone en valor las cualidades que tiene, ayudando a potenciar lo existente.Para el primer proyecto propusimos el muro de un edificio residual situado en un lugar estratégico. Con una mínima intervención, respetuosa con su historia, su pasado, se pone en valor el paso del tiempo que puede verse en su epidermis con esa textura ajada. Se busca el contraste, e intervenimos solamente con pintura blanca. Mediante un patrón geométrico se organiza la fachada y este se desdibuja y transforma en ramas de cerezo, el frutal de la zona gracias al que nos alimentábamos la mitad de los días con sus deliciosas cerezas. El patrón geométrico invade las dos fachadas, integrando el graffiti en la misma acción.
Una vez más, es una intervención mínima, pero con mucho impacto, en la que se busca la interacción con el espectador.