La abadía de Santa Maria del Monte Oliveto fue casa matriz de una de las órdenes religiosas más ligadas al renacimiento artístico. Los conventos olivetanos destacan por sus taraceas pero no solo por ellas.
Las pinturas del claustro mayor de la aislada abadía en la bella campiña toscana son una obra maestra de Luca Signorelli (1497) (y de Sodoma que terminó su ejecución en 1508). Ante la calidad de los frescos pueden pasar desapercibidas unas modestas ilusiones ópticas que están a la altura de nuestras rodillas. A ellas se dedica la quinta instantánea.
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