Por si no os habéis enterado aún (a pesar del ruido mediático y la polvareda política que ha levantado la noticia), hace unos días un tertuliano del programa de humor "el gato al agua", de la cadena intereconomía (conocida en todo el mundo por su pluralismo e imparcialidad), dio rienda suelta a su lengua afilada y llamó zorra repugnante, puerca y no sé cuantas cosas más a Marina Geli, consejera de salud de Cataluña.
No viene a cuento analizar el porqué, ni si se lo merecía o no (parto de la base de que nadie merece un trato tan vejatorio), ni tratar de buscarle 3 pies al gato (nunca mejor dicho), ni si los de izquierda insultan más o menos que los de derechas (¡qué manía de bipolarizarlo todo y de jugar como niños al clásico "y tú más"!!). Hay cosas que no se pueden hacer. Más allá de la responsabilidad legal que lleva consigo dirigirse a una tercera persona en esos términos, el ambiente político y mediático está tan empobrecido, emputecido (perdón por la palabra) y distorsionado que no me extraña que haya gente no crea ni en los medios de comunicación ni en la clase política.
En estos días en que los bloggers estamos debatiendo el tema de si tenemos o no responsabilidad en lo que hacemos, qué tipo de responsabilidad debemos tener y hasta dónde llegaría, si de lo que se trata es de simplificar el discurso para no divagar, me quedaría en una cuestión muy básica: tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros mismos. El día en que caigamos en estos juegos en los que nada la política y los medios-basura, se acabó lo que se daba (al menos por mi parte).
Y es que hay actividades o relaciones que por muy 2.0 o virtuales o reales que sean, simplemente por el hecho de ser entre personas deben caracterizarse por valores tan básicos como el respeto entre iguales. Para todo lo demás, mastercard (o en este caso, quien se lleve el gato al agua).
(En la foto, extraída del medio neofranquista "El periodista digital", el insultante y el responsable del programa)