Internet es un nuevo espacio, como venimos defendiendo en este círculo, ni bueno ni malo per se. Es un escenario donde se desarrollan una serie de procesos sociales donde, además de importar los códigos del mundo físico, ha creado los propios. Sin embargo, el sentido común es imprescindible para una experiencia satisfactoria. Pero sin no se navega con los ojos bien abiertos, es fácil caer en situaciones desagradables.
Los estafadores encuentran en Internet una nueva vía para localizar personas que, por ignorancia o avaricia, caen en sus garras. En estos días un vecino de Badajoz ha sido condenado por la audiencia provincial a más de 14 meses e cárcel y a pagar una multa de casi 3.000€ por colaborar en una trama de blanqueo de dinero. A través de una invitación recibida por email, aceptó recibir partidas de dinero en su cuenta corriente, de las que, tras quedarse una comisión, debería enviar la mayor parte a una entidad extranjera
¿Demasiado fácil para ser legal? Efectivamente. El dinero que el ciudadano extremeño recibía en su cuenta no era propiedad de la “empresa extranjera”, sino objeto de robos en otras cuentas. Así, el boyante trabajo convirtió al trabajador extremeño en cómplice de los estafadores y, consecuentemente, en culpado judicial.
alfonsovazquez.comciberantropólogo