¿Está cambiando internet nuestra forma de leer y de pensar? ¿Leen nuestros líderes políticos, sociales y económicos a los clásicos o solo resúmenes e informes técnicos que otros técnicos les dan ya mascados y listos para engullir? ¿La alta literatura favorece las neuronas cerebrales más que la literatura de evasión o el ensayo científico o académico? Son preguntas a cuya respuesta se acercan los artículos que traigo hoy hasta el blog junto a dos bellísimas digresiones sobre la literatura y los libros en general.
Mi primer libro, al menos el primero del que yo tengo recuerdo exacto, me lo regalaron el día que cumplí ocho años; el segundo, poco después, fue "La isla del tesoro", de Robert Louis Stevenson. Con ellos comencé mi aventura con los libros y cincuenta y nueve años después, ahí sigo, aunque cada vez a un ritmo menor. En el margen derecho del blog en el apartado final "Relación mínima e incompleta de algunos de mis autores y libros favoritos", hay una serie de autores y de libros (solo uno por autor), citados por orden alfabético; no están todos los leídos, evidentemente, pero si están leídos todos los citados... A pesar de ello, reconozco que ya no puedo mantener el ritmo de épocas pasadas. Y confieso, con pudor, mi enorme deuda con la gran y buena literatura que no he leído ni leeré ya.
El premio nobel de Literatura Ohran Pamuk escribió hace un tiempo en la revista "Babelia" un artículo titulado "La memoria de Pamuk", que es un bellísimo recorrido sentimental, en primera persona, sobre su pasión por los libros desde su más temprana juventud, que salvando las distancias, me ha resultado muy familiar. Recuerda en él el orgullo con que su padre veía como se llevaba "sus" libros a "su" biblioteca en ciernes... Yo lo hice con la de mi padre, un gran lector también hasta su ancianidad. Y veo con orgullo que mis hijas arramblen con los libros de la biblioteca familiar para incrementar las suyas, pero sobre todo espero, deseo y pido a Atenea, diosa pagana de la Sabiduría, que mis nietos aprendan pronto a descubrir por sí mismos el mundo maravilloso que se esconde en los libros.
En "El País" de hoy mismo otro premio nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, rinde un emotivo homenaje al gran filólogo e historiador de la literatura Martín de Riquer, recientemente fallecido, en su artículo "Entre caballeros andantes y juglares": Martín de Riquer, dice en él, se movía por la Edad Media como por su casa y nadie que yo haya léido me ha hecho vivir tan de cerca y con tanta verdad lo que debió ser la vida en Occidente hace mil años.
Yo soy más lector de ensayo que de ficción, aunque mi biblioteca familiar esté repleta de literatura, así que no sé si atreverme a llevarle la contraria a lo que hace unos días comentaba Javier Sampedro en "El País": "La alta literatura es gimnasia para el cerebro", sobre un estudio publicado recientemente por la prestigiosa revista "Science" en el que se analiza el por qué la escritura literaria estimula las áreas cerebrales implicadas en la emoción social y la empatía, mientras que la novela popular y el ensayo no lo hacen. Si ellos lo dicen...
También hace unos días Javier Rodríguez Marcos publicaba en "El País" otro artículo: "Libros para liderar el mundo", en el que comentaba que la dieta lectora de los políticos no debería ser solo de informes técnicos y que los futuros líderes políticos sociales y económicos del mundo, por ejemplo los que ahora se están formando en escuelas de élite como los alumnos de la Harvard Business School, estudian gestión leyendo la "Antígona" de Sófocles o "Muerte de un viajante" de Arthur Miller. Como soy algo provocón me gustaría ponerlo en relación con otro de hace unos años en "El País Semanal": "Sepa de libros sin leer ni una línea", escrito por Íker Seisdedos, que era un jocoso comentario sobre otro jocoso libro publicado por Anagrama: "Cómo hablar de los libros que no se han leído", escrito por el psicoanalista y profesor de literatura de la Universidad de París Pierre Bayard. ¿Cuántos de los libros que tienen en su casa han leído ustedes?, pocos, ¿verdad?... Lo mismo me pasa a mi...
He dejado para el final un reportaje firmado por el periodista Abel Grau: "Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar?", publicado hace ya un tiempo en "El País" sobre la forma en que internet está cambiando, a juicio de numerosos especialistas en comunicación, psicología y neurobiólogos, no sólo nuestra forma de leer, sino incluso nuestra forma de pensar, modificando los esquemas de funcionamiento del cerebro a la hora de procesar la información que recibe... ¿Ciencia ficción?, no lo se..., pero tengo que reconocer que no es lo mismo procesar la información obtenida a través de un libro determinado, la consulta de una bibliografía específica sobre un tema cualquiera en una biblioteca, la lectura detenida de un documento en un archivo, o lidiar con el caudal de información suministrada por la pantalla de un ordenador con solo teclear una determinada palabra en un buscador tipo como Google... ¿Verdad que no?... Espero que la entrada de hoy les haya resultado interesante.
Sean felices, por favor, y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt
El símbolo de Atenea, diosa de la Sabiduría
Entrada núm. 1979
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http://harendt.blogspot.comPues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)