Interrumpiendo la batalla navideña: la tregua de los regalos

Por Valedeoro @valedeoro

Navidad se ha convertido en la fiesta del consumo y la publicidad intenta reducirlo todo a una competición de regalos. El amor se cotiza con diamantes y perfumes. La amistad se evalúa con vales de compra y decoración para el hogar. Y los sentimientos de parentesco dependen de los videojuegos de consolas y aparatos electrónicos. En esta batalla gana el regalo más caro / más creativo / más personalizado. Y aunque ganes esta batalla, ya sabes, la guerra aparecerá otra vez el año que viene.

La tregua completa vs la tregua condicionada: ¿una navidad sin regalos?

Según la Real Academia Española, una tregua es “la suspensión de armas [...] por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente la guerra”, o también “intermisión, descanso”. Por lo tanto la tregua es un acuerdo entre todas las partes interesadas. No vale que tú decidas que esta navidad no habrá regalos: tendrás que comentar esta decisión con tu pareja, tus familiares y tus amigos para decidir si queréis celebrar una navidad sin regalos, o si queréis ponerle condiciones al hecho de regalar.

No te olvides: el acto de regalar es algo positivo. Regalar algo significa que das sin esperar nada a cambio. De lo contrario es una transacción comercial. Y resulta que en muchos casos el intercambio de regalos de navidad se ha convertido en una transacción (yo te regalo “x” si tu me regalas “y”). De ahí la idea de poner un límite al precio de los regalos, tal como se hace con los regalos del amigo invisible.

Esta tregua condicionada por el precio oculta el verdadero problema de los regalos de navidad: la obligación. Si no sé qué regalarte, tengo que inventarme algo. Aunque tú no quieras regalos ni sé qué es lo que podrías necesitar en este momento. En cambio, si en marzo veo algo que sería perfecto para ti, no lo compraré porque ya pasó tu cumple y la navidad está lejos todavía. Esto sí que no tiene ninguna lógica.

De la tregua a la paz: cuando los regalos pasan a un segundo plano

El primer paso es la tregua completa de los regalos: este año no habrá regalos. No habrá regalos forzados para no pasar del precio máximo preestablecido. Ni habrá regalos que no me sirvan de nada y que acabarán directamente en mi caja de reciclaje de regalos. A cambio me comprometo de regalarte algo de felicidad este año. Cuando encuentre un restaurante que sé que te encantará, te invitaré. Si encuentro algo que sé que te encantará: te lo regalaré. Sea tu santo, tu cumple, semana santa o nada. Simplemente porque sí. Y cuando tenga ganas de regalar flores, lo haré.
Y más importante: me comprometo a aceptar regalos de la misma índole practicando la gratitud sin segundas intenciones. Aceptaré que me invites a esa película que tenías tantas ganas de ver, que me enseñes tu restaurante favorito y que me regales un libro que me falta para mi colección sin pensar en qué es lo que tendré que darte a cambio.

Y quizás de esta forma aprendemos a regalar porque sí. No, porque sea navidad.

¿Negociarás una tregua de regalos este año?


Imagen: Maggy_94 / flickr