Este estudio se ha presentado en el último congreso de la Academia Europea de Dermatología celebrado en Praga hace unas semanas por investigadores de la universidad de Nueva Zelanda.
Este estudio es muy interesante. La isotretinoina (antiguo Roacután) es probablemente el fármaco que más ha revolucionado la dermatología moderna en toda su historia. En mi opinión la isotretinoina es, junto con los corticoides (la malvada cortisona, tan denostada por muchos pacientes y algunos médicos), el fármaco que más ha ayudado a mejorar la calidad de vida de los pacientes dermatológicos.
Cuando salió al mercado la isotretinoina (yo era residente de dermatología) las dosis recomendadas eran altas, con lo cual los efectos secundarios, sobre todo eccemas y sequedad de piel y mucosas, eran muy desagradables para el paciente. Pero a medida que hemos tenido experiencia con este fármaco han ocurrido dos hechos interesantes: lo hemos empezado a usar para acnés de menos agresividad y hemos empleado dosis más bajas.
Como comenta mi compañero el Dr. Mosquera, dermatólogo de A Coruña, todos recordamos tener en clase a un compañero con acné noduloquístico lleno de cicatrices. Hoy en las clases de nuestros hijos afortunadamente es un hecho excepcional ya que en la mayoría de los casos se instaura el tratamiento con isotretinoina.
El hecho de que se demuestre que las dosis bajas son efectivas va a ayudar a que los efectos secundarios del tratamiento sean mínimos por lo que va a aumentar la calidad de vida de los pacientes con acné. Probablemente tendremos más recidivas (nuevos brotes de acné) pero merece la pena este nuevo planteamiento.
En nuestra unidad utilizamos la isotretinoina a dosis bajas desde hace años. No seguimos el tratamiento hasta llegar a la llamada “dosis total acumulada” sino hasta que el paciente ya no tiene lesiones activas. Esto hace que el tratamiento sea más llevadero y lo más importante: evitamos la aparición de ciatrices.