Antes de que empecéis a leer debéis tener presente que éste fue el día "menos turístico" de los tres, y es que salvando la visita al Mar Muerto, el resto de los lugares visitados tenían más bien poco interés para quien no vaya de peregrinación (aunque la posibilidad de ver el paisaje desde lo alto de la montaña de las tentaciones, a la que se accede en teleférico es factible que merezca bastante la pena, aunque nosotros no lo hicimos principalmente por falta de tiempo)
Tras hacer el mónguer en el chiringo, nos montamos en el bus y tras un rato considerable llegamos a la anteriormente citada Jericó, que es la ciudad más antigua del mundo y una de las que da más miedo con diferencia, tanto por el control fronterizo que hay a la entrada, como por la gente con metralletas del control y por la ciudad en sí y la pinta de sus habitantes -en serio, acojona y mucho-. Sin bajarnos del bus y tras situarnos al lado de un árbol, nos comentó el fraile que se trataba de un sicómoro, que para quien no lo sepa es al que se subió el pequeño Zaqueo para poder ver a Jesús.
De allí y dentro de la misma Jericó -aunque en las afueras de la ciudad-, nos dirigimos a la montaña de las tentaciones, donde supuestamente fue tentado tres veces Jesús. Tras ser abordados por un grupo de Y-Voy-A-La-Ruina Escurridizo que no vendían pastelillos y salchichas de Ankh-Morpork, pero sí colgantes, pulseras, anillos y baratijas varias, fuimos a Qumrán, desde donde se veía el Mar Muerto en el horizonte (de hecho, la primera foto del post está tomada desde allí); tras ponernos un vídeo nos enteramos que en las cuevas y grutas que hay en la ladera de una montaña de este lugar, fue donde se encontraron los Manuscritos del Mar Muerto
Tras los baños, y tras ver como los que se metieron se huntaban de lodo, nos adecentamos vía ducha, para retornar a Jericó, donde ese día tocaba la celebración de los oficios para a continuación ponernos en ruta hacia Jerusalén, de la que ese primer día no vi absolutamente nada, ya que cuando llegamos al hotel era de noche.