Itzhak Perlman enfermó de poliomelitis a los a los cuatro años. De muy niño necesitó muletas para caminar y por eso toca el violín sentado. Es uno de los más grandes violinistas de la segunda mitad del siglo XX y una estrella absoluta de la música clásica. Ganador de varios premios Grammy (15 a fecha de hoy) y 4 Emmy, tocará hoy y mañana, con todas las entradas agotadas, en el Teatro Municipal de Santiago de Chile. No podré ir al concierto (ni tengo dinero, ni le conocía), pero la semana pasada leí una entrevista sobre él y recorté sus respuestas, por analogía con lo que yo siento por mi profesión.
Apellidar a la música como clásica, popular o jazz es sólo semántica. Toda mi vida he tocado lo que me gusta. Eso es lo que mueve a un músico: mientras haga lo que la gusta, uno estará bien. Y a mí me gusta mucho lo que hago. Soy fundamentalmente un músico de formación clásica, pero tengo inquietudes por todo lo nuevo que se está haciendo en el mundo.
Nunca toco algo que no quisiera oír. Trato de ponerme en los zapatos del auditor.