El árbol va vestido de barnices
va tatuado;
va de féretro de sí mismo... sordo...
Un árbol que aprende el oficio
de maestros de argamasa;
que penetra el volumen,
que juega a caja rota de resonancias,
a extraño clavicordio de memorias
envueltas en el musgo del silencio y el olvido...
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Del tal vez útil retorno a los olvidos.
El muro de fábrica huele a argamasa aún húmeda; el portón, de madera de roble, huele a barniz y a pintura metálica fresca de los herrajes y roblones; frente a él, termina un sendero de agua donde están marcadas las huellas de mis pies descalzos... empujo suavemente el portón convencido de que cederá a la primera, pero está cerrado... rebusco en los bolsillos la llave, pero entonces caigo en la cuenta que habría ejercido antes un deliberado dejarla olvidada en algún sitio extraviado de la memoria, fuera ya del sueño...
(Poema y Short Story Autor: Víctor José Guindo Singh)