El edificio para la empresa Johnson Wax en Racine es una de las obras cumbre del gran arquitecto americano. Un trabajo que se puede considerar la más importante pieza de arquitectura realizada en América en la primera mitad del siglo XX. Wright despliega en este proyecto una serie de ideas revolucionarias, relacionadas con la concepción estructural, los elementos constructivos aplicados y el espacio monumental generado al servicio de un entorno de trabajo adecuado al disfrute de los trabajadores y usuarios.
Como señalaría el propio Wright, “el edificio Johnson es una gran construcción que estimulará a trabajar al igual que una catedral inspira a adorar a Dios”. Este edificio de oficinas, servicios y laboratorios está situado en la pequeña ciudad de Racine, Wisconsin, en las orillas del lago Michigan a 200 kilómetros al Norte de Chicago.
Su composición se organiza en dos volúmenes articulados por un porche cubierto destinado a la entrada de vehículos y usuarios. A un lado se sitúa el gran espacio de oficinas mientras que en el extremo opuesto se articulan los espacios de servicio y almacenes, alrededor de un gran patio en cuyo centro se dispone la torre de los laboratorios como faro que puntúa el complejo.
La gran nave hipóstila destinada a albergar los servicios administrativos, tiene una altura de más de 6 metros, y en ella es posible albergar a más de 200 personas en un espacio común de trabajo. Este enorme atrio está iluminado cenitalmente y construido sobre la base de unas originales columnas de hormigón armado, que rememoran la forma de hongos o nenúfares; cabría calificar a este edificio administrativo como uno de los espacios más resonantes de la arquitectura contemporánea.
La torre de laboratorios se realizaría diez años después de que se acabara el edificio principal y adopta la forma de las pagodas, santuarios ceremoniales situados en los monasterios japoneses. Al mismo tiempo, su formalización estructural de la torre se proyecta como una gran columna central sobre la cual se apoyan las losas en voladizo que se destinan a los espacios de trabajo. Ambos conceptos, nave administrativa y torre de laboratorios, reflejan la predilección de Wright por las formas orgánicas en el despliegue de los elementos de soporte espacial.
Frente al clasicismo imperante en América en ese momento, el gran arquitecto americano ejerce aquí una aproximación diversa a la arquitectura. Algunos señalan la influencia de la arquitectura egipcia como fuente de inspiración espacial. Y así todos los espacios que componen el complejo se cierran a su entorno, generando los elementos de iluminación y ventilación de una manera no convencional. El espacio central de trabajo cuenta con aberturas cenitales acristaladas entre los peculiares hongos capiteles de las columnas, mientras que los otros recintos destinados a reunión y trabajo (incluyendo los laboratorios) se iluminan con un sistema de tubos de cristal Pirex que se curvan adaptando sus formas a la composición de esquinas redondeadas que se plantea como pauta compositiva de los volúmenes. Los cerramientos se construyen en ladrillo visto, cuya ejecución se cuida de manera extremada empleándose numerosas piezas especiales especialmente concebidas para el edificio. Los materiales elegidos para el sistema constructivo general se completa con hormigón armado en losas y columnas estructurales.
En esta obra, el arquitecto también diseñaría el mobiliario de oficinas empleando soportes tubulares y chapa de acero junto a tableros de madera. Se conforma así una intervención de interiorismo completa integrada al edificio. En esta parte del esfuerzo proyectual se aportarían diferentes piezas desde mesas, armarios, sillas y lámparas hasta alcanzar 48 modelos diferentes.
El edificio Johnson Wax es un trabajo de madurez -realizado por Wright cuando tenía ya más de setenta años- en una etapa en la que tenía poco trabajo y se dedicaba esencialmente a la enseñanza de la arquitectura a un reducido grupo de discípulos. Sería en ese momento, a mediados de la década de los 30 del siglo XX, cuando el joven Herbert Johnson le encargaría esta obra con el objetivo de lograr una imagen renovadora y moderna para su empresa de productos de limpieza. Se lograría así una obra de una gran belleza difícilmente replicable y que, sin embargo, ha inspirado el diseño de numerosos proyectos posteriores dedicados a oficinas y espacios administrativos.
El crítico americano Kenneth Framptom hace una curiosa reflexión sobre el edificio Johnson y otros edificios públicos de Wright: “Casi todos ellos tienen una relación introspectiva en relación a su entorno. Es algo que ocurre por ejemplo, tanto en el edificio Larkin, como en la Iglesia Unitaria y el Museo Guggenheim. Construcciones a la manera de fortalezas contemporáneas, que no tienen huecos hacia el exterior desde los cuales se pueda percibir el carácter del espacio alrededor”; Framptom lo achaca a un planteamiento romántico del arquitecto en relación al paisaje natural y a su conocido rechazo visceral a la ciudad americana realmente realizada. Para Lloyd Wright, ante unas arquitecturas anodinas solo cabe el retraimiento de la propia arquitectura.
Programa: Laboratorios / Oficinas Ubicación: Wisconsin – EE.UU. Autores: Frank Lloyd Wright Fecha: 1938Fotografía