José Aristegui godello 2011 y 2012

Por Jgomezp24

Hace casi dos años, mi amigo Marc Lecha me habló de José Aristegui. Yo había terminado ya la parte importante de mi viaje por la España vitivinícola que más me interesaba conocer y Marc estaba a medio camino de la suya. Yo iba en coche y él en bicicleta...Me habló de Aristegui, en A Rua (DO Valdeorras), con una mezcla de curiosidad y de llamada de atención. Como diciéndome: no dejes que te pase de largo...Tomé mis notas y en la libreta quedó esa página por escribir. Han tenido que pasar dos cosechas (2013 y 2014) para que José y yo trabáramos contacto a través de la red, charláramos y, gracias a su generosidad, pudiera yo beber con calma sus vinos. Hoy quiero hablar de su godello. Es cierto que esa zona de Galicia (como toda ella, como la vecina del Bierzo y etc) tiene gran variedad de uvas tintas (garnacha tintorera, mencía, gran negro, mourantón, brancellao, arauxa...) y puede que sean éstas las que llamen ahora más la atención. Pero es el godello aquello por lo que es conocida la DO Valdeorras, donce laborea José, y es en el godello donde yo quería intentar conocer, a través de una comparación entre las botellas de 2011 y de 2012, en qué andan los vinos de Aristegui. Por decirlo claro y fácil: si el estilo, la marca, la impronta, el tipo de vino son el mismo en dos añadas distintas como ésas, mal vamos...En mi opinión, por lo menos. Y los vinos son distintos, tienen su carácter y su personalidad diferenciadas. Puedo describirlos a partir de una base común, porque los viñedos y la forma de vinificar son los mismos, pero al mismo tiempo noto claras diferencias entre ambas añadas.
Eso dice ya mucho del respeto que José tiene por la tierra y por preservar en botella las características anuales de su godello. 2012 muestra una mayor concentración y requiere mayor concentración, mientras que 2011 es más ligero y zalamero. 2012 es más intenso, huele a brezo y a musgo, a miel de tomillo y en su evolución a lo largo de las horas y los días, muestra la complejidad de los grandes blancos. 2011 es más ágil y huele a hinojo silvestre y hierbaluisa. Ambos comparten un mismo corazón hecho de buena acidez y de trabajo equilibrado con las lías, de sustancia y de armonía, de textura redonda y solidez, de aromas de pera limonera y de citronela, de manojos de hierbabuena y de la piel de reineta en su punto. A ratos, este godello tiene aires, aromas y hechuras de gran riesling de añada: un vino blanco de calidad y enormes posibilidades de futuro.
José me regaló, además,  el bien más preciado; su historia. Una historia hecha a base de tesón, de abuelos, padres e hijos dedicados a cepas que plantaron los primeros. Viticultura tradicional, que le da la cepa aquello que necesita sólo cuando lo necesita...si se puede y se llega....Viticultura que deviene, por esa escasa pero atenta mano de obra, en viticultura del caos: llego donde puedo y si no llego, una tierra puede quedar sin labrar unos pocos años...Atiendes lo necesario, a veces lo mínimo, y el resto sobrevive. Podar, desbrozar, observar, mantener la cubierta vegetal. La tierra y el cuerpo que acaba bebiendo ese vino, lo agradecen... Cepas viejas, que no conocen ya herbicidas ni pesticidas ni sistémicos. Godello despalillado, enfriado, prensado en vertical y fermentado con las levaduras del viñedo, un poco de roble, un poco de inox y, sobre todo, un trabajo lento y sabio de meses con las lías. Este vino se clarifica, se filtra con sutileza y se sulfita lo imprescindible. José Aristegui está en el camino. Nació en el mundo del vino, se hartó y ha vuelto a él por convicción. Es la mejor manera. Ahora tiene claro su norte: ser capaz de obtener un retorno digno a su trabajo de viticultor y de transmitir la nobleza de aquello que empezaron su abuelo y su padre. José no va a parar en su evolución, en su lento retorno a la pureza y a la autenticidad de las uvas de su tierra. Acabará dándonos ese vino que su abuelo ya bebía y hacía beber en su cantina y por el que la familia era conocida y respetada en la comarca. Habían estudiado poco o nada esos abuelos pero sabían dónde nacía el mejor vino. Por ahí está ya andando José Aristegui y en ese camino nos encontraremos.