José Luis Matos es de aquellos tipos que, si no existieran, habría que inventarse. Sencillo, discreto, amable, apasionado de los vinos, genial comunicador y hábil buscador. Estudioso y sabio sin ostentaciones. Es, además, generoso y uno de los animadores de una poderosa y recóndita congregación enófila barcelonesa: los Impitoyables, un grupo que parece, a ratos, una cofradía de la Semana Santa andaluza. Con la cata a ciegas a cuestas, cual cruz se tratara, reparten humildad y conocimiento a espuertas. José Luis es, además, propietario de una pequeña distribución de vinos que también vende en una tienda de Vallvidrera. Vinos dulces.com. Él sueña con poder vivir algún día en exclusiva de este negocio. Y a fe que si sigue perseverando en su selección tal y como le he visto progresar en estos dos últimos años, lo va a conseguir. No hagáis mucho caso del nombre de la empresa porque si bien es cierto que hay algunos grandes vinos dulces, José Luis tiene de todo. Y algunas de sus cosas son sobresalientes de veras. És el quien trae los vinos de los Pato, Luis y Filipa, a España. Es él quién trae los de Château du Breuil. Los de Guy Charlemagne. También los de los Goisot. Quien distribuye a Salvador Poveda. A Clos Uruolat. A Jean Macle. A los Plageoles. A Boxler. A Eric Morgat. A Piñol. Etc., etc., etc.
Él tiene un criterio claro, a la hora de elegir las bodegas con las que quiere trabajar: pequeñas, de producción limitada y bien conocidas. Por él, claro...Le interesa más el perfil del productor y que se acomode a lo que representa su catálogo, que no volverse loco trabajando con centenares de referencias que no controla personalmente. Algunos de los productores que he citado forman parte de mi pequeño Olimpo de preferidos: Eric Morgat y, también, sus parientes de Château du Breuil, en Loire. Los Plageoles en Gaillac. Salvador Poveda en Alicante. Jean Macle en Jura. Los Goisot en la Borgoña. Además, tiene una virtud que a no todos los comerciantes del vino adorna: ¡es contenido en sus precios! El otro día nos juntamos unos cuantos locos del vino en el altillo que tiene encima de su almacén, que será, dentro de bien poco, un lugar de referencia para los enogastrófilos de este país: a la que eche a andar la cocina, se convertirá en un txoco de muy padre y señor mío. Probamos un poco de todo, de las últimas cosas que José Luis ha incorporado a su catálogo. Por encima de todos, comiéndose cuanto encontraba a su paso, se situó un extraordinario Château Chalon 2003 del Domaine Macle.
Ocho años para este vin jaune, monovarietal de savagnin, con una crianza mímima de seis años (este 2003 estará recién salido al mercado), es una mínima caricia de paso del tiempo. Jean Macle lo considera su vino de guarda y no exagero un ápice si digo que tiene muchos, muchos años de vida por delante (más de 50 seguro). Su proceso biológico permite, a ratos, comparar a estos vinos con los de Jerez. Pero hay que dejar bien claro que son cosas distintas: éste, por ejemplo, me pareció sanluqueño en nariz, fresco, brisa marina, salino pero discreto. Y, en cambio, sonaba a más jerezano en boca, acetaldehído, un pequeño tono herbáceo, almendras verdes amargas. Es un vino que lo tiene todo pero que, ahora mismo, da más en nariz que en boca. Mucha paciencia y mucha guarda para un vino que, ahora mismo, es ya un * * * * pero irá a más, seguro. Este vino vale 50€ pero justifica cada céntimo invertido en él.
Me llevé de la tienda algunas otras maravillas que me apetecía probar. La que más, quizás, el Mauzac Nature 2009 del Domaine Plageoles. Bernard Plageoles es uno de los más fervientes admiradores de las variedades de cada terroir francés y, además, un férreo defensor de los vinos naturales. Hace cuatro días justos, ha sido uno de los artífices del Petit Festival des vins naturels de Albi, donde ha reunido, ni más ni menos que a René Mosse, Domaine Arretxea, Eric Nicolas y los Foillard, entre otros. Con un grupo así de amigos, se puede uno echar a la sombra de una higuera...con una buena copa de vino en la mano, claro. En su territorio, Gaillac, una de las tres uvas características es la mauzac. Para este Mauzac Nature (Appellation Gaillac Mousseux Naturel) utiliza las variedades "gris et rose". Y la gracia del asunto es que se trata de un espumoso natural, con una sola fermentación del mosto, pero en dos arranques. El método ancestral (en Gaillac, llamado "rurale ou Gaillacoise") consiste en una fermentación a baja temperatura del mosto de mauzac que se alarga durante el invierno hasta que casi para. El parón, con todo, mantiene suficientes azúcares y levaduras como para que, una vez pasado a la botella y recobrada la temperatura de la primavera, el mosto termine de fermentar y se convierta definitivamente en vino, con un carbónico muy débil, aunque bien visible y palpable, y apenas azúcar residual. Por supuesto, no hay licor de expedición por medio. Digamos que es una rareza muy agradable, sobre todo ahora que empiezan los calores, que José Luis trae, precisamente del viticultor que ha convertido en arte su trato con la mauzac. Tiene sólo 10,5% y hay que tomarlo bien fresco, sobre los 8ºC. Tiene un primer aroma muy peculiar (confieso mi poca familiaridad con la mauzac), entre cedro, sándalo y polvo de incienso o más bien ceniza. Es seco en boca, casi astringente, el carbónico se desvanece con cierta rapidez, su burbuja permanece poco en boca, pero deja un rastro de sequedad, de posgusto vegetal y de estructura consistente y recia. Es un vino de Gaillac que no encontraréis jamás en otra zona, distinto y muy de estos calores. Por 10€ merece la pena que hagáis la prueba (* * ↑).