Ayer jueves 18 de febrero daba comienzo la 51ª edición de Cibeles Fashion Week, el evento de moda más importante de nuestro país. En el pabellón 14.1 del Recinto Ferial IFEMA de Madrid se darán cita durante los próximos seis día los mejores diseñadores de moda nacional, que mostrarán sus colecciones de otoño/inviero 2010-2011.
Una de las grandes novedades de esta edición ha sido la iniciativa de dedicar a El Ego de Cibeles, la pasarela de diseñadores emergentes, todo un día completo. A lo largo de la jornada 10 jóvenes diseñadores han desfilado sobre la pasarela de la Sala Lancia mostrando sus creaciones innovadoras y originales.
El Ego ha empezado muy fuerte, con una Sara Coleman rotunda, que ha vuelto a sorprender al público con una colección con marcado carácter experimental pero sin perder la funcionalidad, y con un concepto innovador completamente diferente a lo que presentara el pasado septiembre (también espectacular). Basada en el agujero como metáfora de apertura, liberación y comunicación, sus prendas se han poblado de agujeros con múltiples formas y texturas, hacia dentro, hacia afuera...llenos de movimiento. Con un cuidado patronaje y tejidos sin costuras, la catalana ha apostado por un juego de laberintos de agujeros tridimensionales que se adaptan al cuerpo de la mujer llenos de volumen y fuerza. Fieltros y crepes, hilos de algodón y otomanes, en colores predominantemente malvas y grises.
Las gaditanas Solitas pusieron la nota de color al invierno en un desfile bastante deslucido por los constantes problemas de las modelos con zapatos varios números más grandes, que decidieron terminar el desfile descalzas (si año tras año se repite el mismo problema con el calzado de las modelos, ¿cómo es posible que no se solucione?) Un invierno en Cádiz, esto es, poco invernal, en la que el color y el estampado parecen los únicos elementos conductores de una colección bonita pero algo deslavazada y con pocas referencias de base.
. Lo mejor de El Ego de Cibeles: la gran afluencia de público resultado de la buena labor de difusión por parte de los organizadores.
. Lo peor de El Ego de Cibeles: el tratamiento de la prensa, que no solo no asiste a los desfiles sino que obvia cualquier análisis serio de los diseñadores participantes y parece buscar solo la foto extravagante de capirotes en la cabeza o penes de tela.