Ayer, 5 de febrero, se juzgó un hecho que tristemente cada vez es más habitual. La libertad que proporcionan las nuevas tecnologías es a veces utilizada de forma incorrecta por parte de algunas personas.
Los hechos se remontan a mayo de 2010, momento en que se celebró la conocida consulta del tranvía de la Diagonal. Se estrenaba un sistema de voto electrónico y no hubo en quien dudo en aprovecharse de sus conocimientos para alterar el resultado de la votación suplantando identidades.
Una de las víctimas fue el presidente del grupo municipal del PP, Alberto Fernández Díaz, que acudió a votar y en el sistema informático constaba que ya lo había hecho un día antes, justo a una hora en la que se encontraba realizando una rueda de prensa.
Una vez que supo de esta irregularidad, el Ayuntamiento presentó la denuncia por usurpación de personalidad, falsedad de documento público y revelación de secreto que ayer se juzgó.
No es la primera vez que Alberto Fernández Díaz se ve expuesto a situaciones comprometidas, fruto de acciones de personas que no entienden las reglas del juego democrático. Desde escándalos ficticios, a la noticia de su falsa muerte, aun más ficticia.
Los amantes de la difusión de falsedades han encontrado en internet, un vehículo perfecto para calumniar a las personas, con impunidad para sus autores e indefensión para las víctimas. Un verdadero ataque a la libertad.
Hoy internet es el medio que proporciona mayor libertad de expresión. Donde se puede denunciar libremente injusticias, corrupciones, abusos,… Hemos de luchar por seguir manteniendo esta libertad, pero igualmente hemos de luchar para que no se utilice en contra de los derechos fundamentales de las personas.