"Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!" Rubén Darío
Publicado el 18 marzo 2015 por Callebaker
@jeanne_duval
Hermosa Juventud de Jaime Rosales, nos presenta una historia común, con un trasfondo actual y con unas soluciones que no me acaban de convencer.
La historia nos muestra a una pareja de jóvenes, Natalia y Carlos (Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez), que deben sobrevivir en una época de crisis donde la juventud y la
escasa formación son malas acreditaciones para que te den un trabajo. Así, deciden ganarse la vida como buenamente pueden, como por ejemplo, rodando porno amateur. Entre los devenires de la propia sociedad, bastante cabreada y deprimida por la situación, sus vidas se ven enmarcadas por sus propias circunstancias, estas cosas que tiene la perra vida que cuando crees que las cosas no pueden ir peor, te enseña hasta donde pueden empeorar.
La película no acaba de empatizar conmigo o más bien, yo no empatizo con la película, y no porque no entienda la situación, que os aseguro que entiendo a la perfección la frustración de entregar curriculos y que ni siquiera los lean. Es, quizás, la relación entre los protagonistas, unos secundarios bastante desdibujados y algunas escenas de transición que en primer momento me parecieron buena idea como mostrar una elipsis, un periodo de tiempo que no se filma o no se cuenta, pero que ha de notarse en la trama, a través de whatsapps. Es una buena idea, pero alargarla tanto fue un error. La diferencia interpretativa entre ambos protagonistas es abismal. García Jonsson creo que hace un gran trabajo y lleva el peso de toda la película, pero Carlos Rodríguez no me ha transmitido absolutamente nada, me recuerda al niño de Boyhood al que le dijeron que actuara con naturalidad e hizo de sí mismo, que creo que son cosas muy diferentes.
Quizás, el tono que buscaba la película era el de la desidia, el de pasar por la vida sin más,sin sobresaltos ni sorpresa, y si así era, ha acertado, porque al terminar me quedé igual que si no la hubiera visto y eso para mí, es la peor sensación que te puede dejar una película. Prefiero que me horrorice a que no me despierte sentimiento alguno. Quizás, no he sabido entenderla, como no lo hice con Boyhood, es mi humilde opinión, pero no ha sabido mostrarme nada por lo que merezca la pena recomendarla.