Es una planta perenne, propia de los climas templados y calientes. El mejor suelo para el cultivo de la alcachofa es silicio-arciloso-calcáreo profundo, fértil y bien drenado. Se multiplican por brotes, que se plantan al inicio del otoño.
Si los tallos de la alcachofa son tiernos, podemos comerlos crudos, con aceite de oliva. Cocidos son más sabrosos y de más fácil digestión. Se recomienda estofar la alcachofa al vapor, o cocinarla a fuego lento para que conserve todas sus propiedades alimenticias y medicinales. Gracias a su elevado contenido en insulina, la alcachofa es un vegetal muy apreciado en el régimen para diabéticos; disminuye la cantidad de azúcar en la orina, actúa también sobre el hígado y favorece la secreción de bilis.
Las sales orgánicas de hierro, de fósforo, de yodo, de silicio, etc., y las vitaminas A, B y C convierten a la alcachofa en un óptimo mineralizante, reconstituyente y oxidante. Es una planta enérgicamente colagoga, es decir, que estimula la expulsión de la bilis retenida en la vesícula. Su notable contenido en yodo la hace muy útil en el hipertiroidismo y en la hipertensión arterial.
En medicina se utiliza como descongestionante y diurético, en todas las enfermedades del hígado o de las vías biliares. No se utilizan las cabezuelas comestibles sino la hoja grande que parte del asta de la planta. Se hace una infusión de 30 gr por litro. Tomamos tres tazas al día. Se utiliza en casos de reumatismo articular, inflamaciones y enfermedades urinarias.
La alcachofa se recomienda para los que tienen anemia, clorosis, debilidad general y raquitismo. También se recomienda para los que padecen cálculos en la vejiga, en los riñones, e inflamaciones rebeldes en general. En todos estos casos se utiliza la alcachofa tierna, cruda, o ligeramente hervida, y se come en abundancia, dos veces al día durante algunas semanas. Contra el paludismo también es muy eficaz esta planta. Se hierve una alcachofa en un litro de agua hasta que quede reducida a un tercio.
Se toma medio vaso cada dos días durante ocho días. Se suspende quince días. Se empieza otra vez de la misma forma, hasta que se obtenga la cura deseada completa. Ligeramente hervida es buena contra enfermedades de los pulmones como la neumonía y la tos con inflamación.