En unos días se cumple el séptimo aniversario de la muerte de un gran amigo y en junio será también el aniversario del fallecimiento de otra muy querida y añorada amiga. Con esto no quiero hacer un post de tristeza y recuerdos, sino una llamada a la amistad, a la importancia de la amistad en nuestras vidas. Porque muchas veces olvidamos a quienes más queremos, el trabajo, el día a día, el no llegar a todo, hacen que no encontremos un momento para llamar a un amigo y decirle simplemente, te quiero, te necesito, me gusta saber que estas cerca. Gabriel García Márquez, uno de los mejores escritores de habla hispana, un genio de la pluma que de su prosa hace poesía, tiene una frase preciosa que dice así: Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón.
Los amigos son un verdadero regalo de la vida, y un amigo de verdad es el mejor de los hermanos. Yo no fui consciente de ello hasta que la desgracia me abrió los ojos. Uno piensa que las cosas son así y que no van a cambiar, que siempre los vamos a tener cerca, y de pronto te das cuenta que no solo se fueron para siempre, sino que te hubiera gustado decirles en muchas ocasiones “gracias por ser mi amigo” pero ya es tarde. Comprendí también la importancia de disfrutar cada momento del día como si fuera el último. De ver el lado bueno de las cosas y saborear cada instante, con la familia, con los niños, con los amigos o con una simple puesta de sol. Aprendí a propiciar momentos de alegría, de risas, de conversaciones a veces más serias, pero siempre con mis amigos, que hacen que el momento se convierta en inolvidable. El viernes pasado me fui a comer con una amiga, muy querida y de toda la vida, a la que sin embargo, por circunstancias personales, hacía mucho tiempo que no veía. Nos echábamos de menos y nos reencontramos y lo más maravilloso de la amistad se puso de manifiesto: era como si hubiéramos estado juntas la semana anterior. Nada había cambiado entre nosotras. Allí estábamos las dos, charlando sin parar, como hacíamos antes, disfrutando de las delicias japonesas, poniéndonos al día pero sin que ni un día hubiera pasado por nuestra amistad.
Creo en la amistad, he creído desde niña. Mis verdaderas amigas de los diferentes colegios a los que fui, siguen estando ahí. Luego con el paso de la vida uno va conociendo a más gente y engordando la lista de amistades, pero todos son especiales, porque todos tienen algo de lo que podemos aprender y con todos nuestros amigos las alegrías son aún mas alegres y las penas se esfuman antes. Los amigos de verdad nunca se olvidan, aunque ya no estén entre nosotros siempre ocupan un lugar importante en nuestro corazón, y son capaces de seguir provocando en nosotros una sonrisa o que al pensar en su pérdida egoistamente volvamos a llorar.
Os considero mis amig@s y hoy quería compartir con vosotr@s esta pequeña reflexión.
Gracias por vuestra amistad