La Anestesiología: de labor de enfermería a especialidad médica [parte 3]

Por Lemalpartida

Los anestesiólogos, quienes diariamente trabajaban al lado de cirujanos pagados por honorarios, comenzaron a protestar el pago por salario fijo. Detestaban sus connotaciones de empleados y de semi-enfermeros; se resistían ante el hecho de que el departamento de anestesia fuera uno de los departamentos hospitalarios más sub-valuados. Es probable también que sospecharan que los ingresos que recibían no se equiparaban con los crecientes ingresos de los cirujanos, pagados por honorarios en períodos inflacionarios.

Los anestesiólogos convirtieron a sus pagos en el tema de lucha y recurrieron a las organizaciones de autogobierno dentro de la profesión para apoyar su causa. Puesto que eran numéricamente débiles, buscaron a los patólogos y a los radiólogos y trataron de que se les unieran en una causa conjunta. Estas especialidades lograron convencer al amplio grupo de la Asociación Médica Americana (AMA), de que los arreglos salariales eran dictaminados por un consorcio interno y, como tal, constituía lo angosto del embudo de la medicina socializada. Se emitieron resoluciones de apoyo de este principio general y los anestesiólogos se sintieron respaldados en su lucha contra la administración de los hospitales.
Uno puede anotar aquí que el grupo mostró un discernimiento político poco común. La actitud de los médicos hacia las administraciones hospitalarias es, por decir lo menos, ambivalente, y los anestesiólogos lograron convertir este campo algo marginal en el blanco de su ataque. Era a los cirujanos a quienes atacaban en las entrevistas pero, cuando se emprendía acción política, eran las entidades hospitalarias las que recibían todo el ataque. Se iniciaron actividades para cambiar las relaciones con la administración hospitalaria, principalmente en el nivel local y se variaron las tácticas según el terreno de la lucha. Donde la demanda efectiva excedía a la oferta, como en el Canadá, se aplicó fuerza colectiva. Un director de anestesia insatisfecho con los ingresos que él y sus colegas recibían, retiró sus médicos cuando se pararon las negociaciones. Los anestesiólogos dejaron hombres disponibles únicamente para las urgencias y no se preocuparon de que otros fueran a quitarle sus puestos: por canales formales e informales, se avisó que sería poco prudente que cualquier otro anestesista trabajara en ese hospital, hasta que no se hubiera solucionado la situación. La negociación funcionó y esta exitosa huelga de médicos produjo los resultados deseados. La huelga no apareció en la prensa local y no se produjo ninguna publicidad desfavorable.
Sin embargo esta actividad seudosindicalizada difícilmente hubiera podido llevarse a cabo donde la competencia médica no estuviera regulada, o si la lucha fuera contra los otros médicos. En otro caso se desarrolló, por ejemplo, una estrategia diplomática para aludir a un hospital clave, donde los cirujanos todavía miraban a los anestesistas médicos con disgusto. El grupo local logró colocar una anestesista femenina con mucho tacto para cerrar la brecha entre la anestesia por médicos y por enfermeros. La estratagema dio resultado y la diplomática mujer fue reemplazada posteriormente por un hombre más agresivo y exigente.

Algunos anestesiólogos, por otro lado, han seguido la vieja política de unirse a la oposición sino se le puede derrotar y han asumido funciones administrativas mal pagadas para hacer progresar su papel de anestesiólogos.
Los grupos con acuerdos de sociedad que colaboran entre sí, pueden a veces incluir a todos los anestesiólogos del área servida, donde la cirugía es suficientemente frecuente para requerir los servicios de los especialistas y donde se otorga reconocimiento por los cirujanos. Estos grupos son poderosos agentes para negociar caso a caso con la administración del hospital. El grupo ofrece servicio constante sin incomodar a los anestesiólogos individualmente, puesto que los trabajos se llevan a cabo por un sistema de relación.
La administración de hospitales en muchos centros ha tenido que aceptar forzosamente un arreglo económico en el cual el grupo cobra al paciente directamente el servicio prestado. En el Canadá donde según una decisión jurídica de 1939 la anestesia deberá ser administrada por médicos, esta forma de organización está ampliamente difundida y se encuentra aún en pequeñas ciudades. Su desarrollo en los Estados Unidos, aunque no se ha generalizado, está paulatinamente ganando terreno.
Las funciones se elaboraron hasta el punto de que sorprendieron a los primeros practicantes. Dentro del quirófano, el anestesiólogo tomó el control de la vigilancia del estado general del paciente y, algunas veces, seguía al paciente fuera del quirófano, y asumía responsabilidades tales como la administración de bancos de sangre.
Muchos hospitales habían creado salas de recuperación postoperatoria para el paciente quirúrgico y éstas eran generalmente supervisados por el anestesiólogo. Ahí, durante las 24 horas críticas que siguen a una operación, el paciente recibía atención y cuidados de enfermería especiales cerca a los materiales y equipos más necesarios, en caso de que se desarrolle una crisis.

Los anestesiólogos habían asumido esta considerable carga de riesgo y responsabilidad a cambio de la  mayor aceptación que se les proporciona dentro del campo médico. Los anestesiólogos hacían transacciones similares al asumir el trabajo de resuscitación en los pisos y al intentar los bloqueos nerviosos terapéuticos para aliviar el dolor crónico.