Aulo Cornelio Celso, el primer autor médico cuya obra fue impresa, afirmaba que el cirujano 'debía tener mano firme, no vacilar nunca, siendo tan diestra la izquierda como la derecha, vista aguda y clara, aspecto tranquilo y compasivo, ya que desea curar a quienes trata y, a la vez, no permitir que sus gritos le hagan apresurarse más de lo que requieren las circunstancias, ni cortar menos de lo necesario. No debe permitir que las muestras de dolor del paciente causen la menor mella en él ni en lo que hace'. Era una actividad difícil y complicada la cirugía -especialmente para el paciente- pues se operaba sin anestesia. ¿Cuántos ayudantes tenían que sujetar sobre la cama al paciente? ¿Cuántas puertas había que cerrar para que sus lamentos no aterrorizaran a los que aguardaban para ser intervenidos?
Tubo traqueal anillado (izquierda), muy utilizado en neurocirugía y cirugía de cabeza y cuello. A diferencia del tubo traqueal común no se obstruye al doblarse.
A Velpeau, el gran cirujano francés, se le suicidó una joven ante el temor de ser operada. Pero no sólo los médicos famosos rechazaban este estado de cosas. Así, un humilde médico inglés, Henry Hill Hickman, sufría ante el desconsuelo de sus pacientes. «El cirujano debe ser insensible» le comentaban en Edimburgo mientras presenciaba las operaciones.
El 16 de octubre de 1846, en el Massachussets General Hospital se hizo la primera demostración de uno de 105 más gloriosos hallazgos de la ciencia: la anestesia quirúrgica. Cuando ese día el Dr. ]. C. Warren hizo un corte en un tumor del paciente que había sido anestesiado por el Dr. William Morton y el grito dejó de oírse, se había salvado una gran escollo y la cirugía adquiría su verdadero significado convirtiéndose en un arma eficaz de lucha contra el sufrimiento.
Tubos de doble lumen, derecho e izquierdo. Permiten mantener al paciente ventilando con un solo pulmón, mientras el otro (el enfermo) es colapsado (deja de moverse) y facilita el trabajo del cirujano.
El descubrimiento de la anestesia quirúrgica tiene en cirugía un valor mucho más alto que haber suprimido el dolor. Sirvió, fundamentalmente, para transformar el arte quirúrgico, elevándolo a la categoría de ciencia, e imprimiendo a la Medicina un sentido más profundamente técnico. La anestesia permitió al cirujano intervenir durante más tiempo sobre el cuerpo humano y llegar a vísceras nobles, creando así mayores necesidades en la técnica y en los instrumentos, que tuvieron que hacerse más precisos, pero también más complejos.
Tubo de doble lumen izquierdo. Cada pulmón se ventila "independientemente". Con una pinza se ocluye el lumen del pulmón enfermo para que se colapse y sea operado más fácilmente.
La cirugía ha progresado gracias al progreso de la anestesiología. Todas las impresionantes técnicas quirúrgicas actuales son realidad gracias al desarrollo de técnicas anestésicas que hicieron posible, además de suprimir el dolor y proporcionar seguridad y confort al paciente, la llegada de la mano e instrumental del cirujano a zonas de difícil o complicado acceso (laringe, silla turca) o el colapso del pulmón enfermo a ser intervenido funcionando sólo el pulmón sano. [ver figuras]
Máscara laríngea. Evita los problemas del tubo endotraqueal en cirugías en que no es estrictamente necesario intubar la tráquea.
Y los anteriores son sólo algunos ejemplos de lo que maravillosa que puede ser la anestesiología a la hora de salvar la vida de un ser humano. Los anestesiólogos tenemos una gran responsabilidad ya que el enfermo más grave o o más nervioso o más añoso o recién nacido podrá curarse o salvarse, sometiéndose a una intervención quirúrgica, en tanto podamos darle anestesia con seguridad y confort.
Que sea olvidada esa imagen del anestesiólogo que busca suspender una cirugía buscando cualquier razón (o pretexto). El paciente llega a sala de operaciones cargado de problemas (el cirujano que no llega, la historia clínica que no está completa, el análisis que se perdió, el terrible dolor abdominal de la apendicitis aguda). La anestesiología está para solucionar los problemas del enfermo y no para crearle más problemas. Hay que ser flexibles.
Claro está, en la medida que la salud del paciente no corra peligro ni ante la posibilidad de infringir alguna norma importante.