Éste cartílago al principio se agrieta y con el tiempo se va erosionando, llegando a perder grosor. Incluso puede desaparecer por completo.
Al desgastarse, deja de realizar su acción protectora: los extremos de los huesos quedan al descubierto, se rozan entre ellos y acaban deformándose. La membrana que recubre el interior de la articulación (membrana sinovial) se inflama, aparece más líquido sinovial del habitual y aparece la hinchazón.
Es un proceso que necesita años y, aunque se dispara a partir de los 50, puede llegar a aparecer antes, sobre todo si no se controlan factores como el sobrepeso y los movimientos muy repetitivos que castigan las articulaciones.
Los quilos de más pueden llegar a producir la ruptura del cartílago. Los movimientos repetitivos y continuados de manos, rodillas, etc. llegan a sobrecargar la unión entre los huesos. Hacer deporte de forma intensa también castiga estas zonas y favorece la artrosis, es el caso de muchos futbolistas.
Una mala dieta o una dieta desequilibrada dónde haya falta de vitaminas C y D favorece la mala salud articular.
El paso de los años es implacable, es irremediable y provoca cambios en las articulaciones, pero si las cuidamos podemos estar en forma más tiempo. Si tenemos antecedentes familiares aún hay más motivos para cuidarnos. La herencia genética es implacable en los casos de artrosis.