La autopsia [1]

Por Jokingonzalez

De todos los procesos médicos la autopsia es quizá el que tiene la relación más alta entre el número de veces que se pronuncia y el escaso conocimiento del proceso de realización.

Es una palabra de uso relativamente frecuente. Sale en todas las series policíacas, se lee en los diarios, se hace a todos los niños que mueren antes del año de vida y embarazos que no salen adelante… Sin embargo poca gente sabe en qué consiste, aunque sea aproximadamente.
Lógico. La mayoría de las veces sólo se practica una vez por paciente y es el único proceso que, vaya bien o mal, la persona no puede relatar a sus familiares.

Todos sabemos que una endoscopia digestiva es “lo de las gomas por la boca, que se pasa muy mal”, o que una ecografía es “pasarte el cacharro por la barriga y ver lo que hay dentro”.
Pero la autopsia es una especie de entelequia a la que no prestamos atención por lo poco agradable del momento de la realización (y que nunca podrá mejorar la situación del paciente). Por eso, cuando se solicita a los familiares la autorización para la realización las expectativas no concuerdan con la realidad.

Una autopsia no es una prueba rápida. No es una prueba de imagen como una TAC o una resonancia, en la que se pasa al paciente por una máquina y luego se interpretan resultados. En verdad es más parecida a una operación quirúrgica en la que no se necesita anestesista.

Ésta es la primera entrada de una serie corta donde, sin pretender hablar ex catedra o dar detalles cruentos innecesarios, comentaré los distintos tipos de autopsia que hay, para qué sirve y en qué condiciones se realiza. Por si alguna vez se encuentran en situación de solicitar una, o de autorizarla.