El sábado, tras una rica cena, pasé un rato en la Azotea de Benito y recordé por qué regreso recurrentemente a este lugar. Sitios donde tomar una copa hay muchos, pero pocos en los que sentirse tan bien. La primera vez que fui me enamoró su decoración; la segunda, sus vistas, y la tercera, ya sin tener que fijarme tanto en los detalles, el aire que se respira. Es agradable estar en un lugar abierto en el que poder sentir el fresco en la piel.
Tras recorrer varias terrazas en otras ciudades, cuando los dueños de la Azotea descubrieron este local en medio del casco antiguo de Las Palmas de Gran Canaria, sintieron que era perfecto para fusionar un espacio con vistas con la coctelería de autor. Amantes de la decoración, eligieron ellos mismos hasta el más mínimo detalle. El gusto por el diseño, su creatividad y la necesidad de ahorrar costes dieron como resultado un local con mucha personalidad. Están especialmente orgullosos de la barra principal y no es para menos, realmente es la niña bonita del proyecto.