Vayamos con el elenco.
Jorge Bódalo de indudable presencia y estupendo tono físico y vocal, lleva a cabo una creación muy de verdad y perfectamente medida, en la que logra integrarse facilmente a la función a pesar de encontrarnos practicamente en la recta final de la misma. Nada nos chirría en su aparición, y un trabajo limpio y muy bien perfilado deja muy claro para que ha venido y que quiere contar.Jenny Baldoria en su línea habitual de actriz intuitiva y con grandes recursos dramáticos, nos lleva a diferentes estados emocionales, en un complicado papel de oníricos trazos, y costuras surrealistas, que se ve perfectamente plasmado por nuestra actriz. De fantasmagórica presencia, resulta inquietante por momentos, temible a ratos, y también no produce mucha piedad en algunas escenas, siendo la paleta emocional en la que nuestra actriz se mueve, amplia, difícil y muy bien construida, resultando satisfactoria en todas las aristas que el personaje ofrece y que Baldoria entiende perfectamente, viéndose reflejado en la función de forma cristalina.Manuel Aguilar lleva todo el peso de la función en un comprometidísimo papel que no le deja ni un respiro desde la primera escena. Nuestro actor se sube a una montaña rusa emocional de gran altura interpretativa, y lleva a cabo un sólido trabajo actoral, cuya implicación nos deja completamente fascinados. Cuando acaba la función Aguilar durante unos segundos sigue con la mirada extraviada mientras saluda al respetable, dejando muy claro la honestidad y profundidad de un trabajo que no pasa en absoluto desapercibido, que se ve reflejado desde la verdad y sobre todo desde un enfoque dramático muy conseguido. El sufrimiento de nuestro protagonista se vislumbra de forma muy directa y realmente catártica por momentos. Sus monólogos resultan tremendos, y lo que es mas importante, todo se entiende perfectamente. Aguilar sabe el lugar al que quiere llevarnos y lo consigue en progresión ascendente y profundamente emotiva.