La boda perfecta NO existe

Publicado el 07 noviembre 2012 por Bodasdecuento

Así es. Y lamento decirlo, pero creo que alguien debía hacerlo.

Yo misma pensaba hace cuatro años que sí, que las bodas de las revistas eran ejemplo de ello y que eso que veía en los wedding blogs de USA dónde todo era maravilloso podía hacerse, yo podía conseguirlo. Y después de haber hecho casi cien bodas, hoy vengo a contaros que la boda perfecta no existe.

Este es un post que hace mucho tiempo queremos escribir. Pero seré sincera, nos daba pelín de susto. Porque no debe de ser políticamente correcto que unos wedding planners afirmen esto. Pues mira, preferimos ser sinceros y honestos contigo que estás pensando que te gustaría contratarnos para hacer tu boda, o contigo que nos lees desde hace un montón de tiempo y nos tienes como ejemplo a seguir. Para empezar, te diré por si no lo sabías, que se enseña lo que se quiere enseñar, y se cuenta lo bueno, no lo malo… En este mundo igual que en otros, no es oro todo lo que reluce. Y cuatro fotos bien seleccionadas pueden hacer que una boda mediocre parezca una boda bonita. Y en las fotos bonitas no se ve si la organización fue un desastre. Si pusiste monas las flores, solo se ve eso. Puedo sonar dura, pero es la realidad. No es cuestión de decoración, en una boda hay mucho trabajo de backstage, en muchos aspectos.

La boda perfecta no existe. Voy a contaros porqué, voy a contaros cómo es la realidad. Lo que no se ve en los blogs ni se enseña en las revistas.

En septiembre, hicimos en un pueblito de Tarragona una boda la mar de bonita. Eso nos dijeron los invitados y las personas con las que trabajamos. Durante un año trabajamos para tener todas las herramientas para hacer una boda preciosa. Un lugar ideal dónde celebrar una ceremonia al aire libre y después una cena bajo una carpa de bombillitas tipo verbena, una fotógrafa que adoro y admiro, un bonito vestido con el que la novia se sintiese identificada y no disfrazada, unas flores que correspondiesen a la sensación silvestre que ella me contó que quería. Un buen cátering. Una tarjetería personalizada monísima y acorde a la estética de la boda. Y un largo etcétera de ítems que diesen forma a ese puzzle perfecto que los novios tenían en su cabeza.

Estaba super contenta por el equipo de colaboradores que teníamos y por la ilusión que me transmitía la novia cada vez que hablábamos. Pero el lunes de esa semana, la previsión del tiempo nos decía que la cosa pintaba mal. Lluvias sin pronóstico de mejora. A principios de semana planteábamos el plan B y un deadline para tomar decisiones. El viernes empezó a llover, y no dejó de hacerlo hasta el sábado a las 5 de la madrugada. Boda pasada por agua. La ceremonia al aire libre, con balas de paja y ese look campestre, se trasladó al interior de la casa. El cocktail en el jardín se hizo en el salón interior, en el mismo lugar de la cena. Sí, esa cena que iba a ser bajo las tiras de bombillitas. Y el baile bajo esas románticas luces, esa escena ideal con la que tantas veces yo había soñado, fue en el salón interior. Nos dio mucha, mucha pena. En mi cabeza, meses antes, desde hacía un año, era una boda perfecta. Teníamos todo para que lo fuese. Pero llovió imperfectamente a mares.

No dejó de llover ni un segundo. En serio. Era como una maldición egipcia. Yo salía fuera, miraba al cielo y decía: “¿¿Pero qué hemos hecho para merecer esto??!!” Y la respuesta era el tic, tic, tic de las gotas en mi cabeza. A alguien se le fue la mano con la danza de la lluvia y estuvo bailando más de la cuenta, porque nos llovió un mar. Os podéis hacer a la idea de la que se lía en el campo cuando llueve sin parar durante casi 24 horas. Invitados un poco pasados por agua, fotos de exteriores perdidas (la luz en días de lluvia es complicada para trabajar), y nuestros cuatro escenarios de ensueño previstos reducidos a dos al tener que prescindir del exterior.

La lluvia puede estropear mucho una boda. Cambios de decoración, reorganización del montaje, cambios en el timming porque el desarrollo de la boda cambia y explicarles a los novios que las cosas no iban a ser como ellos deseaban. Es complicado en esos momentos hacerle ver a una pareja que parte de sus ilusiones se van a ir al garete. En esas situaciones, transformar lo negativo en positivo os prometo que no es fácil. Convertir en excelente el plan B es complicado.

Dejadme que os enseñe algunas de las preciosas fotos que nos hizo Sara Lázaro, una de las piezas más importantes para mí en esta boda. Desde el primer momento creí que era la persona adecuada para fotografiar esta historia. Pero nunca pensé que tendría que escoltarla con un paraguas mientras fotografiaba bajo la lluvia a los novios con botas de agua. (Que conste, Sara, que yo te escolto donde haga falta! We love you!!) Creo que estas fotos me ayudan a contar que la perfección es algo subjetivo. Miradlas y decidme si os parece el reflejo de una boda desgraciada o imperfectamente triste.

A pesar de lo que complicó todo la lluvia, Susi tuvo su trocito de campo particular, los guiños a su Suiza materna, su ceremonia romántica con balas de paja, sus rosas liláceas, su repor de fotos preciosas, sus invitados disfrutando y NO fue una boda perfecta. Cayó un diluvio, los botones de su vestido eran imposibles de abrochar y empezamos tarde la ceremonia por eso (esto será otro post, lo prometo, NO puede ser que los botones de vestidos tan especiales y caros estén tan mal diseñados…), no pudimos desarrollar toda la boda tal como deseábamos, pero a pesar de todas estas imperfecciones, fue una boda feliz. 

Y ahora toca hacer autoanálisis y hacer un #yoconfieso. Los wedding planners podemos cometer fallos, porque somos humanos. Nos contratáis para que nos encarguemos de un gran número de cosas y nuestra obligación es hacerlo todo bien, pero somos humanos y podemos equivocarnos. Es también nuestra responsabilidad gestionar con la velocidad del rayo esos percances, esos contratiempos que suceden, es nuestra responsabilidad dar soluciones acertadas, y nosotros, los chicos de Bodas de Cuento, creo que lo hacemos. No puedo hablar por otros wedding planners, solo por nuestro equipo y nuestro trabajo. Nuestro compromiso con vosotros y con vuestra boda es tremendo, os puedo asegurar que nos dejamos la piel en cada boda que hacemos, que curramos todas las horas del mundo y que vivimos con cariño y pasión todo lo que hacemos, los que nos conocen lo saben bien. Pero yo cometo fallos. Lo confieso. Y cuando eso pasa, me disculpo e intento solucionar ese error con la mínima repercusión y con la mayor celeridad. No todo depende de nosotros. No podemos controlar a todos y a todo. Y mucho menos a los fenómenos meteorológicos, ya nos gustaría…

Hay muchas personas trabajando en una boda, y nosotros coordinamos, pero hay cosas que pueden escapar a nuestro control. A pesar de eso, trabajamos duro para que todo salga lo mejor posible. Pero no será perfecto. No de esa perfección absoluta que te prometerán en otros sitios. Aquí no, no te vamos a prometer eso. Porque nosotros no conducimos el coche de la novia, no le damos al play en la mesa del Dj, no cocinamos la comida de tu banquete, no diseñamos tu vestido, ni haremos tu ramo (puntualizo: si tu ramo se rompe o le cae un rayo y lo churrusca, prometo que sacaré unas flores de cualquier lado y las ataré con una cinta mona que también sacaré de no sé dónde y te haré un ramo en cero coma. Hay una cuentinovia que puede dar fe de ello…), ni oficiaremos tu boda, ni tocaremos el arpa ni el piano, ni seremos la soprano. Ni haremos click cuando una lágrima resbale por la cara de tu tía Enriqueta mientras entras por el pasillo. Lo siento. No podemos hacerlo. Ese no es nuestro trabajo.

Y creemos que es básico aceptar que la perfección es subjetiva (Porque lo que para ti es perfecto, para mí puede ser un churro) y nadie puede garantizarte eso. Si lo hacen, mienten. Créeme, no existe la boda perfecta. Hay bodas bonitas, bodas emotivas, bodas divertidas, hay bodas aburridas, o sencillas o súper protocolarias o súper locas. Pero no hay bodas perfectas. Nosotros hemos hecho casi cien, y ninguna lo fue, porque en todas hubo imprevistos, cambios, olvidos de alguien, o una copa de vino tinto sobre el vestido de la novia, o un botón del chaqué que se cayó, un anillo de la novia que se perdió, un pisotón desafortunado que hizo que tu vestido se rasgase, un chófer que se perdió al llevarte a la ceremonia o unos cantantes que estaban contratados y no aparecieron. Y todo lo solucionamos. Todo esto nos ha sucedido y todo se arregló. (Lo de los cantantes fue de infarto, lo reconozco, ese día pensé que me daba algo, pero sacamos la cuentiagenda de teléfono y conseguimos que otro grupo viniese a tocar a la hora acordada con los otros).

Nos han pasado cosas muy curiosas, entre divertidas, de dar susto y de las dos cosas a la vez. Pero estamos ahí para solucionar lo que suceda. Y para tranquilizarte, tú sabes que lo solucionaremos de un modo u otro. Y aunque en tu mente tu boda la imaginabas perfecta, al final no lo fue. Pasaron cosas, pero no lloraste por sentirte una novia desgraciada, ni dejaste de sonreír. La imperfección de tu boda fue, para ti, maravillosa. Y para nosotros, verte feliz sí fue perfecto. La ejecución y la producción de tu boda nos permitió aprender a solucionar con más rapidez o más eficacia los problemas que surgirán en otras bodas. Así que gracias a todos los cuentinovios que hemos casado hasta ahora, porque nos habéis ayudado a aprender, a responder, a ser mejores.

Y todo esto es cuestión de actitud. Si llueve y ves cómo nos mojamos nosotros por mantenerte a ti bajo el paraguas, que desmontamos y remontamos en otro espacio para salvar la deco, que no paramos, que estamos pendientes de todo, que cuidamos de ti y de los tuyos, y además te hacemos respirar tranquilidad, te hacemos sonreír y te arrancamos alguna lagrimilla de emoción en algunos momentos… de verdad, valdrá la pena todo el esfuerzo. Es cuestión de actitud, de veras. Si quieres que salga bien, saldrá bien. Si quieres ser feliz, lo serás. No habrá viento o lluvia que pueda fastidiar tu día. Y no será perfecto, hazte ya a la idea. Será increíble. Que mola más que la búsqueda frustrante de la perfección.

Las bodas, por muy medidas que estén, no tienen que perder esa sensación de que todo fluye, y aunque todo esté preparado para que sea de un modo concreto, hay que dejar que la casualidad exista. Muchas de las mejores fotos de bodas son fruto de la casualidad. ¿No lo has pensado nunca? Ocurrió algo casual y ese fotógrafo crack tardó décimas de segundo en ver esa casualidad y disparar. Y ahí tienes ese fotón. Por algo ya no se llevan los posados…

La vida no es perfecta, está llena de matices imperfectos. Y las bodas tampoco lo son. Y sabes qué? Me gusta más así.

Si quieres que hagamos tu boda no-perfecta-pero-increíble, ya sabes dónde estamos.Para bodas perfectas,  lo siento, tendrás que buscar en otro lado.