La Bola Taberna. Una historia con sabor.

Publicado el 19 diciembre 2013 por Vintagebyl_l @VintageByL_L

Me gusta buscar sitios especiales para  celebrar las comidas de Navidad. Estos días está haciendo un frío en Madrid impresionante, y cuando surgió la idea de reunirnos todo el grupo de #Emprendeandtweet pensamos que no había mejor opción que la de tomarnos un buen cocido a mediodía.

Si uno quiere tomarse un cocido en Madrid de los de verdad, de los tradicionales, de los que hacían nuestras abuelas en casa, de esos con un caldo caliente, sabroso, sin nada de grasa y en su punto de sal no hay mejor opción que dirigirse a la “La Bola Taberna”.

Tradición por los cuatro costados en esta pequeña taberna de decoración decadente, con esa fachada rojo inglés predomínate con la que te recibe. En este emblemático local se viene haciendo cocido desde 1870, en el que cuentan las crónicas ya existía una botillería allá por 1802.

Cuentan también los periódicos de principio de siglo, que en ” La Bola Taberna” se podían comer tres tipos de cocido: a las doce del mediodía el de 1.25 pesetas, para obreros y empleados; a la una de la tarde el de 1.50 pesetas que ya llevaba gallina y era el preferido de los estudiantes; y a partir de las dos el de carne y tocino, elegido por periodistas y senadores.

También era sabido, aunque no publicado, la predilección de la Infanta Isabel (conocida como La Chata) por el cocidito de “La Bola Taberna”. Para los transeúntes de la época – y para los que comían en las aceras, dado lo lleno que estaba el local – resultaba habitual ver delante de la taberna el carruaje de Palacio, que venía a recoger los pucheros para la Infanta y su hermano Alfonso XII.

Siguiendo la tradición familiar, el cocido madrileño de la “Taberna La Bola” se cocina en su puchero de barro individual, y al fuego lento del carbón de encina.

La calidad es exquisita y el servicio impecable. Primero nos traen un plato con fideos, donde nos vuelcan  el caldo del puchero de barro. Después de la sopa llega el segundo vuelco: los garbanzos, el morcillo, un trozo de gallina, patata, un cuadrado de tocino y, si buscamos bajo los garbanzos, veremos que también hay chorizo y hueso de jamón.  Aparte, un camarero nos trae el repollo para acompañar y algo más: tomate especiado con comino, guindillas y cebolleta que son el acompañamiento perfecto para tan suculento plato.

¡No os podéis imaginar cómo nos hemos puesto!

Yo, como era menester y para no perder la costumbre, iba cargada de cámara. Se nos hizo casi de noche en la sobremesa y la luz en el interior no era muy buena. Yo no suelo llevar flash, no lo tengo y tampoco sé utilizarlo (todo se andará), con lo que las fotos seguro que recibirían más de una merecida crítica por parte de cualquier profesional de la fotografía.  Pero no podría dejar de intentar plasmar el alma de este peculiar local, al que he prometido traer a mi familia para que sepan lo que es comer un cocido de los de verdad, de los de antes. Sobre todo a mis hijos, que no lo conocen.

¡Ah! … y se me olvidaba, de postre me tomé sus tradicionales buñuelos de manzana, con mermelada y helado.

Desde aquí quiero dar las gracias a todo el equipo de “La Bola Taberna” por la paciencia que tuvo al atender a este grupo de mujeres variopintas, que no paraban de charlar y reír, y sobre todo a Mara Verdasco por el cariño que puso en cada uno de los detalles que nos brindó en nuestra velada.