La Buena María

Por Dolega @blogdedolega
 
 

Adonde irá ese barquito, que cruza la mar serena

unos dicen pa’ Almería, otros que pa’ Cartagena

Crecí escuchando a mi madre cantar con una voz que hoy hubiera tenido millones de visitas en Youtube.

Las coplas de Doña Concha Piquer, Juanita Reina y Marifé de Triana se mezclaban con vallenatos y las cumbias se entrelazaban en mis oídos con temas de Pepe pinto, Juanito Valderrama y Pepe Marchena. Había momentos especiales en que cantaba unas seguiriyas que cuando yo preguntaba de quién eran, ella contestaba “De la más grande, hija; de La Niña de los Peines”

Más tarde aprendí que el español, fuera de su tierra, cuando canta es que está triste, pero eso lo aprendí con los años.

Ah y no se llamen a engaño, mi madre y toda su familia son de Salamanca. Cosas de la música…

Sin embargo tengo entendido que yo anduve bastante por tierras andaluzas cuando aún era un bebé y debe de ser cierto porque el primer aroma que tiene registrado mi cerebro es el de aceite de oliva rociado de azúcar sobre un trozo de pan, así que cada vez que me dirijo al sur hay algo que me dice que yo ya he estado allí, pero no de visita como todas las veces que he ido, no; de otra forma, de otra manera.

¿Y por qué les cuento todo esto?

Porque hace unos días iba con esa sensación conocida y con una infinita ilusión por conocer a personas muy especiales para mí en este mundo bloguero.

Hace casi un año mi amiga María en su blog, sitio que recomiendo vivamente, había dicho que tenía aloes de sobra en su casa y que si alguien los quería que los regalaba sin problemas. Yo tengo el record de comprar aloes y no sacarlos adelante, a pesar de ser una planta que me encanta por sus múltiples propiedades pero también por su estética. Me gusta, me parece elegante sin necesidad de hojas ni adornos varios, así que inmediatamente le contesté ¡¡Yoooooo, Yooooo!!

Después de varias disquisiciones quedamos en que bajaría al sur a buscarlo y así nos dábamos un abrazo.

Encontrarme con el mar siempre es una experiencia agradable.

Anochecer en el Puerto de Santa maría

Hablamos, quedamos al día siguiente…

-Oye y como te reconozco, que es que no tengo tu cara y como no lleves al gato que tienes en el blog…

-Bah tu tranquila, tu busca una gorda con un sombrero Panamá.

-Vale, tú ya sabes cómo soy por mi blog así que busca una pareja también con sombreros Panamá.

Salgo temprano y camino, disfruto, paseo, pero siempre con ese gusanillo que tiene el encontrarse cara a cara con alguien de la que tienes una visión y una opinión que temes que no se ajuste a la realidad de un breve encuentro y que a ella le pase otro tanto.

Camino por el pueblo

Enfocar me relaja

Buscar un ángulo que me guste, acalla el gusanillo del encuentro.

Los veo a lo lejos y me ven. Nos abrazamos y todo ocurre con naturalidad.

A partir de ese momento empieza la aventura de descubrir no a una, sino a dos personas absolutamente cálidas y que me enseñan cual es la esencia de la expresión “buena gente”. Reímos, conversamos, nos contamos cosas y la velada se viste con la luz y la calidez del sur, los suaves acentos al hablar se van mezclando y todo fluye como si hiciera años que nos conocemos, como si esto fuera el reencuentro de amigos que hace tiempo que no se ven y tienen mucho que contarse para ponerse al día.

Sencillamente mágico y voy guardando con cuidado en mi mente los gestos, las sonrisas, las palabras, las historias. Paladeo ser feliz, sencillamente feliz.

Hay personas que tienen esa cualidad, transmitirte esa certeza de que recordarás siempre ese momento.