Puesto porJCP on Apr 4, 2013 in Autores
Si la UE, presionada por el FMI, tal como ha ocurrido en el espeluznante caso chipriota, obligara al Gobierno español a endurecer las medidas anti-déficit, «se pondría otra vez a prueba la asombrosa capacidad de sufrimiento de los españoles», advierte Anne Grüttner en el artículo de análisis que ha firmado en el más influyente periódico alemán de economía y finanzas, el Handelsblatt, rotativo que es de lectura diaria obligada para Angela Merkel y los miembros de su gabinete.
Grüttner relata que las medidas hasta ahora aplicadas en España empiezan a dar algunos frutos, aunque sólo de carácter macroeconómico; básicamente, contener el déficit presupuestario y generar confianza en los inversores, poco más.
Sin embargo, «la mayoría de la población» en nada se ha beneficiado, al contrario, según precisa la autora del texto al recordar que «según todas las proyecciones, el desempleo seguirá creciendo este año». Grüttner también enuncia varias preguntas que obligan a reflexionar a sus lectores alemanes y, de paso, también a los del resto de Europa, incluidos los chipriotas… y los españoles:
«¿Qué pasaría en Alemania si tuviésemos un paro masivo superior al 26%?, ¿qué pasaría si en una situación así Alemania se viera obligada por los socios de la UE a recortar sus presupuestos casi el 5% en un solo año?, ¿qué pasaría en Alemania si se recortaran los sueldos a los funcionarios y se incrementaran el IVA y las tasas universitarias?»
¿Los alemanes tendrían “la asombrosa capacidad de sufrimiento de los españoles”?, cabe preguntar desde España. La actitud mayoritariamente pasiva de los españoles ante el hecho de que 1 de cada 4 trabajadores esté sin empleo y frente a la generalizada pérdida de calidad de vida no se explica solo con “la asombrosa capacidad de sufrimiento” que menciona Grüttner.
¿Fortaleza o autodesprecio?
Eso de la capacidad de sufrimiento queda “muy bonito”, pero es poco más que una licencia literaria a la que recurre la columnista germana, muy probablemente porque desconoce o prefiere no hurgar en las entrañas socio-políticas de España, donde no se ha dado respuesta proporcional a la gran estafa financiera por variados motivos, circunstancias y condicionantes, entre los que hay cinco que explican en gran medida “la asombrosa capacidad de sufrimiento”:
1. La cobardía social que inyectó el franquismo durante 40 años, tara que todavía hoy condicionan la actitud de millones de personas;
2. La virtud de la resignación que practican la mayoría de los ciudadanos (sobre todo mujeres); no en vano siglos de catolicismo han dejado huella y generado valores que acabaron siendo aceptados como positivos o naturales, al margen de que el individuo sea o no creyente;
3. El escaso sentido de colectividad que empobrece a la sociedad española, en unos territorios más que en otros (en este aspecto la escuela del franquismo también lo bordó);
4. El atroz individualismo, que en numerosos casos es puro egoísmo (no sólo económico, sino también de carácter psicológico: egocentrismo enfermizo); de esta actitud hacen gala e incluso se enorgullecen millones de españoles (sobre todo varones). Este defecto está emparentado con lo reseñado en el punto anterior;
5. La generalizada incultura e inhibición políticas, que para colmo están bien vistas socialmente; es más, numerosos creadores de opinión identifican apoliticismo con inteligencia, carácter o independencia personales.
En España se ha llegado al extremo de alimentar la percepción social de que la política es la fuente de casi todos los problemas, como así proclaman prestigiosas mentes cada vez que asoma la corrupción, obviando que los protagonistas de la corrupción son individuos, a la par que ocultan que hasta 1975 era al contrario: la corrupción y favorecer economías privadas constituían la base fundamental del Estado y de las decisiones gubernamentales.
Por esos y por otros motivos la sociedad española tiene “la asombrosa capacidad de sufrimiento” a la que alude Anne Grüttner.