No es ninguna novedad afirmar que me gusta más el libro que la película, a pesar de que para muchos La Carretera sea la obra más floja de McCarthy y creo que es por dos simples detalles: la música y las lágrimas. Dos elementos que quizás no me encajan demasiado con el estilo de McCarthy y que tal vez son imprescindibles para adpatar una novela (aunque los hermanos Cohen, para su adaptación, prescindieron de ello).
En fin, que no sé si me explico, pero en conclusión quiero decir que prefiero la frialdad del libro que el llanto de Viggo.
Por cierto, quiero añadir, para acabar, que hay un detalle de la película que me ha gustado: qué tipo de sueños tiene el padre según lo que ha comido. Si no os habéis fijado, recordad qué soñó la primera noche en el refugio.