Paco Roca quiso despedirse de su padre como mejor sabe. Dibujando un trocito de su historia. Rescatando del baúl de los recuerdos una casa, simbología de toda una vida, de una relación. Cuatro paredes que guardaban infinidad de instantes vividos, de miedos, de dudas. Como siempre, hay algún lugar donde guardar todas esas emociones.
Recomendado totalmente. Sensibles al tanto. Lo leeréis del tirón y lloraréis. Mucho. Pero es esa emoción tan grande que tan sólo genera la nostalgia. Porque ya tiene razón Fernando Marías en el epílogo: el gran tema de la literatura es el paso del Tiempo. Y Paco, ha dibujado el tiempo que se va, que se fue, que se irá.