Pensamos que el tiempo es lineal, con el fenómeno pasado-presente futuro.
Pensamos que la vida es lineal: nacimiento-vida-muerte
Pensamos que una situación de duelo es lineal: que se debe pasar desde un profundo sufrimiento a la plenitud total en una perfecta línea recta y sin decaer jamás
Pensamos que los sueños, los deseos y los objetivos son lineales: Que hay que comenzar una carrera en la que está totalmente prohibido detenerse hasta llegar a la meta, y ni se te ocurra por el camino cambiar de idea por que las consecuencias pueden ser catastróficas (al menos eso es lo que creemos desde la educación tradicional)
Pero si observamos la naturaleza, en ella nada es lineal. Las estaciones son cuatro y se repiten constantemente: después de la primavera siempre llega el verano, al que le sigue el otoño para convertirse en invierno. Y así sucesivamente por los siglos de los siglos.
El ciclo biológico femenino es otro reflejo de la circularidad de la vida: el óvulo sale del ovario hacia el endometrio cada 28 días, y tarde o temprano sea fecundado o no, volverá a salir otro. Y así todos los meses.
El duelo también es cíclico: ante una pérdida o cambio de situación de a la que haya que enfrentarse, pasamos por sus diferentes etapas, pero estas etapas no tienen que ser obligatoriamente en el mismo orden hasta llegar a la felicidad total. Lo hacemos con nuestros altibajos, con momentos en que te sientes pletórico para a los cinco minutos largarte a llorar. Y es así, porque así es la vida. Muy al contrario de lo que nos imponemos, el duelo no es lineal, es circular.
Durante el tiempo que desconocía este fluir natural de las cosas, no me permitía decaer nunca y para eso utilizaba mis recursos. Uno de ellos era una interesante técnica que desarollé con los años, se trataba de reprimir el llanto. Tenía un mecanismo que consistía en abrir la glotis voluntariamente y obligar a las lágrimas a pasar por ahí en vez de dejarlas salir por los ojos. Me tragaba el líquido salado pero mi dignidad quedaba intacta, o al menos eso pensaba yo.
¿Los motivos? El ego. No permitir que los demás descubran que estaba recayendo, no querer reconocer ante mí misma que la situación no iba todo el tiempo en linea recta hacia arriba, y vergüenza, no se por qué siempre me dio vergüenza llorar.
En el universo todo es circular, es cíclico y la mayoría de las cosas tienen un centro: observa una naranja cortada al medio: confluye en el medio como un toroide , y tiene el mismo diseño que el centro sexual femenino por excelencia.
Aplicar la linealidad absoluta a todos los acontecimientos de la vida es ir en contra de la fluidez natural de las cosas. Se puede parar, tomar aire, recaer alguna vez para después por fin volver a empezar. Hacer lo contrario es imponerse cosas que no hay porqué hacerlas. Simplemente porque aprendimos desde pequeños que esto era así y punto.
Obsérvate y aprende, el mundo, los problemas y tu mismo son los mejores maestros.