La caries dental es una enfermedad infecciosa multifactorial, donde se requieren 3 factores: un sujeto susceptible, bacterias cariogénicas y una dieta rica en alimentos cariogénicos.
Los alimentos cariogénicos son los que al consumirlos facilitan la formación de placa bacteriana, fermentan más tiempo en boca y propician un ambiente ácido. Los hidratos de carbono son los alimentos cariogénicos por excelencia.
Características de los alimentos cariogénicos
- Propiedades físicas: Adhesividad, a más adhesivo mayor tiempo permanecerá unido al diente. Consistencia, a más blandos más tendencia a adherirse, como los panes blandos, leche bovina, galletas, plátano,…, y en cambio un alimento duro y fibroso como la manzana o la zanahoria ejercerá una acción de limpieza natural, autoclisis, sobre la boca. I el tamaño de la partícula, a partículas más pequeñas, mayor probabilidad de quedar retenidos en surcos y fisuras.
- Ocasión en que se consume el alimento: la cariogenicidad de un alimento es mayor al ser comido entre las comidas principales, como a media mañana y media tarde, que cuando se ingiere durante ellas.
- Frecuencia: mientras más veces al día se esté ingiriendo alimentos ricos en hidratos de carbono, mayor será el potencial cariogénico de éstos.
Las bacterias desdoblan estos carbohidratos (azúcares, harinas, almidón) produciendo ácidos que atacan el esmalte dental.
Tras cada ataque ácido, la saliva inica un proceso natural de reparación que diluye y neutraliza los ácidos y reconstruye el esmalte, entre otras propiedades como eliminar restos de comida y bacterias de los dientes, dispersar los iones que remineralizan el esmalte y lubrificar el bolo alimenticio y reducir fricciones en el esmalte.
Así, si ingerimos a menudo alimentos que contienen carbohidratos fermentables, o alimentos de esas características continuamente, dicho proceso de reparación natural se vuelve insuficiente y el riesgo de que aparezcan caries dental aumenta.
Recientes estudios e investigaciones han llegado a la conclusión de que la mejor vía es que debe adoptarse un trabajo preventivo enfocado al control de ingesta, de azúcares y otros carbohidratos, que participan en la aparición de la caries. Conjuntamente a los programas destinados a evitar la contaminación bacteriana bucal, remineralizar el esmalte dental y mejorar la higiene bucal.
Podemos aportar muchos minerales al diente para contrarrestar los ataques ácidos y erosión del mismo con ciertos alimentos que nos van a beneficiar en este sentido, y todos de forma tópica, al estar en contacto con el propio diente.
Os ofrecemos una lista para poder beneficiaros de ello:
- Queso: Bajo en azúcares y con un alto contenido de calcio. La caseína, proteína de la leche es particularmente útil para el enriquecimiento de la superficie del diente.
- Yogur: Al igual que el queso y además aporta fosfatos también muy remineralizante.
- Alimentos ricos en fibra como frutas, verduras de hoja verde, legumbres y cereales integrales: Son muy recomendables ya que al masticarlos por más tiempo se genera una gran cantidad de saliva y como hemos dicho protegemos y activamos mecanismos naturales de remineralización.
- Aportaremos minerales como zinc, hierro y magnesio, al igual que los frutos secos, también beneficiosos, pues el diente está formado por una gran cantidad de magnesio.
- Agua: Beber nos hará mantener la boca húmeda y aumentar la secreción salival.
Llevar una dieta mediterránea desde pequeños va a beneficiar nuestra salud y nuestra saliva, porque el simple hecho de la masticación de los alimentos sólidos genera una secreción salival mayor al resto de alimentos, potenciando así sus funciones.
Por lo comentado anteriormente, la masticación influye en muchos sentidos, por lo que es importante que sea sólida, ya que si es al contrario puede retrasar la erupción dental en el recambio que se da entre 6 y 12 años por norma general, generar un patrón facial hipotónico y de huesos poco densos, hábitos alimenticios “cómodos” y podriamos decir “modernos”, entre otras cosas.
Acostumbrarnos, ya des de bebés, a tomar líquidos azucarados hace permanecer la boca en un estado ácido y dulce, que conjuntamente a una menor salivación durante la mayoría de horas del día, durante el sueño, se consigue una mayor concentración bacteriana y una mayor desmineralización dental, originando una boca séptica y con enfermedad de caries.
Llevar un ritmo de vida acelerado, como nos exige nuestra sociedad a diario, nos conduce a una ingesta mayor de azúcares y alimentos energéticos. Por otra parte, este ritmo acaba desgastando más al organismo y llevándolo a un estado hiperglucémico constante derivando a enfermedades sistémicas como la diabetes Tipo II.
Así pues, nuestra alimentación es vital para mantener una boca sana. Nuestro estilo de vida, nuestros hábitos dietéticos y prácticas de higiene oral y de lo que tenemos a nuestro alrededor serán cruciales para conseguir un estado bucal y por tanto general saludable. Aprovechemos nuestros recursos naturales, nuestra fuerza y energía interior compartiendo nuestra dieta más preciada y haremos un gran trabajo por mantener una boca saludable.