No hace falta irse al fin del mundo
para disfrutar de paisajes increíbles a la vuelta de la esquina. Basta con hacerloa 40 minutos de Bilbao en coche como en Gorliz. Tampoco hay que ser Jesús Calleja para vivir aventuras increíbles porque la montaña y la imaginación nos trasladan a un territorio de piratas y batallas dónde se gestan la hazañas. Estos ingredientes no faltan en ninguna salida, pero si vas a Gorliz el paisaje te inspira una emoción instantánea sin necesidad de forzar la imaginación. La montaña de Gorliz es un descubrimiento porque aparece eclipsada por su maravillosa playa, asaltada cada verano por miles de bañistas. Para el que no la conozca, es una versión de la Concha que en nada desmerece a la donostiarra a pesar de su anonimato. A su bahía le falta una isla, pero a cambio disfruta de pinares casi al borde del mar que le dan el encanto de las Landas francesas. Precisamente la ruta arranca en el extremo de la playa donde se acaban de recuperar unas dunas milenarias. Una de las ventajas de la subida al faro de Gorliz es que se adapta a todos con dos itinerarios alternativosSi tienes niños pequeños y hasta bebés puedes disfrutar con un recorrido suave y asfaltadosin tráfico al que se accede desde el aparcamiento de la playa.Esta carretera transita por pastos y laderas y deja atrás el centro de recuperación de animales silvestres de la Diputación, donde se salvaron las especies afectadas por la marea negra del vertido del Prestige. El camino es tan accesible que verás pasar a ciclistas y corredores (yo vi a una persona con discapacidad en su silla de ruedas motorizada) en un apacible paseo junto a caseríos y caballos de especie autóctona pastando a sus anchas. El recorrido es agradable, pero como aquí buscamos la aventura optamos por un plan más intrépido y subimos por el perfil montañero que parte de la playa. No tiene pérdida, un cartel nos anuncia la subida y el itinerario queda marcado por vallas rústicas de madera. El itinerario tiene un mínimo riesgo para niños pequeños, los acantilados quedan a pocos metros y un terraplen de arbolados y zarzas flanquea un buen tramo de subida. Tendrás que tener los ojos bien abiertos con los niños y mantener el orden de la marcha, pero ya estás curtido con las carreteras infestadas de coche que rodean los parques infantiles. Enseguida sentirás que has tomado el camino acertado cuando disfrutes de vistas increíbles sobre la bella bahía. Además, aunque el camino es natural está mínimamente acondicionado por una suerte de peldaños que nos evitan el barro.