Un
estudio de la Universidad de Michigan publicado en PLOS ONE destaca
esta conexión. La contaminación del aire contiene partículas finas, microscópicas, prácticamente ingrávidas conocidas como PM2.5, que
pueden permanecer en el aire por mucho tiempo, lo que provoca que los humanos las
inhalen de forma inevitable sin saberlo. Al revisar los datos de calidad del
aire de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, los autores
del estudio encontraron una asociación positiva entre las tasas de enfermedad
renal crónica (CKD) y la concentración de PM2.5. Desafortunadamente, PM2.5 es
casi imposible de evitar. La contaminación del aire también contiene metales
pesados como plomo, mercurio y cadmio, todos los cuales afectan negativamente
a los riñones. Sigue siendo importante tomar precauciones cuando se expone a la
contaminación del aire, especialmente para las personas que tienen condiciones
de salud existentes o que viven en ciudades densamente pobladas o contaminadas.