Las estadísticas dicen que por cada hombre que padece depresión, hay dos mujeres aquejadas del mismo mal. Eso sin olvidar los estados de depresión leve o pasajera, los llamados "bajones" que con frecuencia las mujeres padecemos y que no consideramos lo bastante importantes como para acudir al médico y así elevar esa estadística…
Pero ¿por qué, según parece, las mujeres somos más vulnerables a la depresión?
Para empezar, existen formas clínicas de depresión que ya, de entrada, son típicamente femeninas como la depresión premenstrual, la depresión postpartoy el llamado “síndrome de nido vacío”.
Del síndrome de nido vacío ya hemos hablado en un post anterior (ir), y en próximos post analizaremos con más detalle esas otras dos formas clínicas de depresión que hemos mencionado en el párrafo anterior.Lo que pretendemos con el artículo de hoy es introducirnos en el estudio de esta enfermedad, partiendo de la idea de que tiene que existir otra razón por la que esta enfermedad nos afecta a las mujeres en mayor medida.
Y es que las mujeres como colectivo, no es sólo que seamos diferentes anatómicamente, sino que a lo largo de la Historia hemos sido educadas de un modo diferente. No sólo por su capacidad de ser madres, que hace que se nos valore por nuestra fertilidad; además parece que, como consecuencia de ello, la mujer siempre ha de ser más bella, más joven, más capaz de generar deseo. Por eso quizás muchas mujeres se deprimen cuando alcanzan determinada edad, cuando sus relaciones de pareja se rompen, cuando por una u otra razón no se convierten en madres…
En otros casos la causa de la depresión hay que buscarla en lo contrario: en el intento deliberado de la mujer de rebelarse contra esa educación que han recibido, de asumir otro tipo de rol menos tradicional, siendo más ambiciosas, competitivas e independientes, a menudo pagando el precio de sentirnos solas.
En cualquier caso, lo que sí hemos de dejar bien claro es esto: el hecho de que las mujeres padezcamos en mayor número la depresión, no significa que seamos más débiles. Más bien es al contrario: la mujer tiene una mayor capacidad para aguantar las adversidades, el dolor físico y el dolor psíquico. Además, por naturaleza, la mujer tiene más empatía. Esto es así precisamente porque su mente está "diseñada" para interpretar el lenguaje corporal de los niños ya desde el momento en que nacen, cuando no pueden expresarse a través del lenguaje verbal.De la misma manera, la supuesta intuición femenina no es otra cosa que eso: una especial habilidad para comprender a los demás.El problema es que, al mismo tiempo, esa capacidad para empatizar con los demás a menudo se vuelve en su contra. La mujer parece que no abandona nunca su papel de madre y tiende a proteger, a atender, a mimar a los suyos. Ya sean sus hijos, sus hermanos, sus padres, sus amigos... la mujer parece convertirse así en la responsable, en la cuidadora de todos y de todos, y esto es lo que en muchos casos la hace más vulnerable a la depresión: que demasiado a menudo se olvida de cuidar de sí misma
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