Eliminar todo tipo de alimentos ricos en ácido araquidónico sobre todo la carne pero también los lácteos y los huevos.
Reducir la ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos omega 6, como los frutos secos, la soja, las semillas de girasol y sésamo.
Aumentar la ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos omega 3, como las algas sobre todo marrones y rojas, los pescados azules como el salmón, el atún, la caballa, las sardinas o los boquerones, las semillas de lino y el aceite de lino y de cártamo. Se recomienda consumir una cucharada diaria de aceite de lino o de cártamo, tomados en frío.
Disminuir la fruta y los alimentos crudos, sobre todo las frutas ácidas. Se pueden consumir frutas como pera, manzana o plátano que tienen un menor poder de limpieza.
Aumentar la cantidad de verduras de hoja verde como espinacas, acelgas, coles de Bruselas, repollo, berros, canónigos, endibias, lechuga, perejil, cilantro, etc. Estas verduras deberán consumirse principalmente cocinadas o hervidas al vapor. Se recomiendan en una dieta anti-inflamatoria por su efecto calmante y desintoxicante.
Aumentar la ingesta de alimentos ricos en vitamina C y E pero que se ajusten a las anteriores recomendaciones. Por ejemplo, la vitamina C la encontraríamos en el pimiento rojo, pimiento verde, guisantes, coles de Bruselas, brécol, repollo o boniato. Alimentos ricos en vitamina E serían el pan integral, los cereales integrales, el aceite de germen de trigo y el aceite de oliva.
Aumentar la ingesta de alimentos ricos en zinc que se ajusten a las anteriores recomendaciones, como el marisco, el salmón o el germen de trigo.
Incrementar el consumo de agua mineral o desclorada a al menos un litro y medio al día, esto favorecerá la eliminación de productos de desecho que agravan la inflamación.