El niño de Olot (Cataluña) con difteria que está ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, está estable, pero muy grave. Se ha buscado la bacteria en 57 chicos más y se ha encontrado en ocho. ¿Cómo ha evolucionado la difteria en España y cual ha sido el impacto de la vacuna?
Un día más estamos a la espera de que el chico de Olot, Pau, se recupere. El debate sobre vacunas está abierto y hemos podido escuchar y leer de todo (más adelante si acaso comentaremos). Estamos a favor de las vacunas que sean necesarias, efectivas y seguras y somos críticos con otras de reciente aplicación. Sobre todo estamos a favor del derecho a la información en temas de salud y tratamientos sanitarios y hay lagunas cuando se trata de medicamentos (y las vacunas lo son).
Ese derecho fundamental es básico para hacer valer la autonomía del paciente; poder elegir con libertad qué tratamientos de los que nos ofrecen aceptamos. En el caso de las vacunas hay que conciliar esos derechos individuales con la salud pública. Conciliarlos pues en una sociedad democrática se supone que queremos derechos, más derechos, no menos. Y autonomía del paciente y salud pública son compatibles.
Estamos ante una oportunidad de hacer pensar… con datos, como explicaba hace unos días en mi post Caso difteria en España: mejor basarse en datos que en sentimientos. Cuantos más datos más real será el análisis del problema.
Hay un artículo publicado en 2004 titulado Epidemiología del tétanos, la difteria y la tos ferina, del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Vall d’Hebron, precisamente donde está ingresado Pau. En él puede verse esta gráfica:
Antes de que se vacunase para prevenir la enfermedad, los casos de difteria disminuyeron desde la posguerra (1940).
En concreto, la cifra bajó de los 900 a 150 casos (por millón de habitantes como pone en el cuadro). Cinco años después de la llegada de la vacuna, la cifra pasó de los 150 casos a 0. Hubo que esperar veinte años para ver “erradicada” la enfermedad.
Me ha sorprendido ver esta gráfica porque yo creía, supongo que como la mayoría de la población, que la difteria sería una enfermedad que supusieran más casos y que su erradicación sería fulminante con la aplicación de su vacuna. Yo no dudaría de que la vacuna ha sido crucial para dejar en 0 los casos durante tanto años.
Fijaros qué curioso que antes de la llegada de la inmunización contra la difteria en España, durante la citada posguerra (la guerra civil terminó en el 39 del siglo pasado), se produce una espectacular disminución de casos de la enfermedad, supongo, no sé, que por la “mejora” de las condiciones de vida (mejora de la alimentación, de la higiene, etc). Esto es algo importante pues las enfermedades infectocontagiosas se ceban en las poblaciones pobres o que viven mal (aunque por supuesto los virus y bacterias no hacen distinciones de clases).
La aplicación de la vacuna se hace cuando ya hay bastante menos de 200 casos anuales y aunque tarda muchos años en triunfar el objetivo de cero casos se consigue y mantiene. Esto también da pie a la polémica pues unos esgrimirán que la vacuna ha sido fundamental en la erradicación de la enfermedad y otros alegarán que la bacteria ya estaba en clara decadencia en nuestro país cuando comenzó a desarrollarse la inmunización.
Os dejo un documento que me ha parecido muy bueno. Se trata de una ficha de los Centros de Control de Enfermedades, máxima institución en salud pública de Estados Unidos, en la que cuentan con bastante rigor los pros y contras de la vacunación contra la difteria.