Es
un trastorno agudo de inicio súbito que afecta la conciencia y la atención, puede
involucrar síntomas sutiles y difíciles de reconocer que se desarrollan días o
semanas después de la cirugía. La mayoría de las veces, es transitorio y los
pacientes mejoran en varios meses. Pero a veces dura hasta un año o más. No existe
una prueba breve y simple para diagnosticarlo normalmente, se deben administran
una serie de pruebas neuropsicológicas antes y después de la cirugía, un
proceso que lleva mucho tiempo. Las pruebas se administran una semana y tres
meses después de la cirugía, pero las pruebas utilizadas y los plazos difieren
en varios estudios. Los estudios también la definen de manera diferente,
utilizando diversos criterios para evaluar el tipo y el grado de deterioro
cognitivo que experimentan los pacientes. El riesgo de experimentarla después de la cirugía se ve reforzado en
aquellos que son mayores, tienen bajos niveles de educación o tienen problemas
cognitivos que preceden a la cirugía. Los adultos de 60 años o más tienen el
doble de probabilidades desarrollarla lo que aumenta el riesgo de morir o tener
una mala calidad de vida después de la cirugía. Actualmente, la evidencia
implica que el estrés de la cirugía o las condiciones médicas que la rodean son responsables de la disfunción cognitiva
posterior.