Es recomendable revisar nuestra ducha para asegurarnos que funciona bien. De esta forma, podremos formar parte de los que "mejor se dan una ducha rápida", eso sí..., a diario ¿vale?
Necesitamos un destornillador medio, unos alicates graduables, un cuchillo y una llave inglesa. Utilizaremos vinagre y una aguja de cabeza. Si el cuero de los grifos está gastado, tendremos que cambiarlo. Lo encontraremos en cualquier tienda de artículos sanitarios. Necesitaremos, también, un trozo de alambre rígido.
Cuando el agua sale mal por la ducha, quiere decir que los agujeros de salida están obstruidos por el oxido. Para deshacerlo, ponemos el teléfono (o perilla) de la ducha durante una o dos horas en un recipiente con vinagre caliente. El ácido disolverá, o ablandará, el óxido. Repasamos, uno a uno, los agujeros con una aguja de cabeza. Para dejarla bien, aclaramos durante un rato la ducha.
Si abrimos la ducha y el agua cae a lo largo del tubo, lo desmontamos aflojando las anillas que hay a cada extremo. Las dejamos en un sitio que recordemos, pues siempre se pierden. Sacamos las piezas de plástico que sujetan el tubo de goma (con la punta de un cuchillo) y las cambiamos por nuevas.
Si la ducha tiene una fuga de agua y los grifos están cerrados, deducimos cual es el grifo que pierde, comprobando si es agua caliente o fría, y cambiamos el cuero del grifo.
Cuando el agua queda estancada, sacamos y limpiamos la rejilla que protege el agujero de desagüe. Si hace falta, con cuidado, podemos utilizar un alambre rígido y sacar lo que nos haya hecho de tapón en el tubo.