‘La eñe también es gente’, María Elena Walsh, In Memorian

Por Artefactomagazine

En estos momentos lamentamos la reciente desaparición de la conocida poeta, escritora y cantora argentina María Elena Walsh. “Fue de esa gente que se apropia de un espacio, lo llena y cambia las cosas para siempre. Hay un antes y un después de María Elena Walsh”, declaraba Guillermo Alonso, director del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, en el diario La Nacion.

Seguramente su presencia estará muy viva entre nosotros para siempre. Por ahora nos unimos a todos los merecidísimos homenajes y para ello hemos rescatado de su inmenso legado la original apología de la letra ñ con la que invocaba ’No nos dejemos arrebatar la ñ’.

La eñe también es gente

La culpa es de los gnomos que nunca quisieron 
ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los 
nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores 
de la eñe. Señoras, señores, compañeros, ¡amados 
niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe!

Ya nos han birlado los signos de apertura de 
interrogación y admiración.
 Ya nos redujeron hasta el apócope. Ya nos han 
traducido el pochoclo. Y como éramos pocos, la 
abuelita informática ha parido un monstruoso # en 
lugar de la eñe con su gracioso peluquín, el ~ .

¿Quieren decirme qué haremos con nuestros sueños? 
Entre la fauna en peligro de extinción, 
¿figuran los ñandúes y los ñacurutuces?

En los pagos de Añatuya, ¿como cantarán 
Añoranzas? ¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo?

¿Qué será del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel 
tapado de armiño y la ñata contra el vidrio? ¿Y cómo 
graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní?

“La ortografía también es gente”, escribió 
Fernando Pessoa. Y, como la gente, sufre variadas 
discriminaciones. Hay signos y signos, unos blancos, 
altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros, 
pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita 
segunda, la eñe, jamás considerada por los monóculos 
británicos, que está en peligro de pasar al bando de 
los desocupados después de rendir tantos servicios 
y no ser precisamente una letra ñoqui.

A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen 
los perezosos manipuladores de las maquinitas, sólo
porque la ñ da un poco de trabajo. Pereza 
ideológica, hubiéramos dicho en la década del 
setenta. Una letra española es un defecto más de los 
hispanos, esa raza impura formateada y escaneada 
también por pereza y 
comodidad Nada de hondureños, salvadoreños,
caribeños, panameños.

¡Impronunciables nativos! 
Sigamos siendo dueños de algo que nos 
pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, 
pero menos ñoño de lo que parece. Algo importante, 
algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, 
algo propio y compartido porque así nos canta.

No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: 
escribir con nuestro inolvidable César Bruto, 
compinche del maestro Oski. Ninios, suenios, 
otonio… Fantasía inexplicable que ya fue y 
preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria
 retroceda y vuelva a llamarse Hispania. La 
supervivencia de esta letra nos atañe, sin 
distinción de sexos, credos ni programas de 
software. Luchemos para no añadir más leña a la
 hoguera donde se debate nuestro discriminado signo.

Letra es sinónimo de carácter. 
¡Avisémoslo al mundo entero por Internet!
 La eñe también es gente.

MARÍA ELENA WALSH

MARIA ELENA WALSH  en Wikipedia

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