Un estudio, del Johns Hopkins
University School of Medicine publicado en la revista Neuron, se basó en observaciones
previas que mostraron que las personas con enfermedad de Parkinson también
tenían acumulaciones de la proteína alfa-sinucleína plegada en las partes del
sistema nervioso central que controla el intestino. Los investigadores
inyectaron alfa-sinucleína sintética mal plegada creada en el laboratorio en
las entrañas de ratones sanos. Los investigadores tomaron muestras y analizaron
el tejido cerebral del ratón a los, tres, siete y 10 meses después de la
inyección. En el transcurso del experimento, los investigadores vieron
evidencia de que la alfa-sinucleína comenzó a construirse donde el nervio vago
se conectaba al intestino y continuaba propagándose por todas las partes del
cerebro. Luego, los investigadores realizaron un experimento similar, pero esta
vez cortaron quirúrgicamente el nervio vago. Tras un examen a los siete meses,
los investigadores encontraron que los ratones con nervios vagos cortados no
mostraban ninguno de los signos de muerte celular en ratones con nervios vagos
intactos. Los investigadores luego investigaron si estas diferencias físicas en
la progresión de la enfermedad de Parkinson resultaron en cambios de
comportamiento. Los investigadores analizaron las tareas que solían usar para
distinguir los signos de la enfermedad de Parkinson en ratones, como la
construcción de nidos y la exploración de nuevos entornos y observaron por
primera vez que los ratones construyen nidos en su recinto como una prueba para
la destreza motora fina, que comúnmente se ve afectada por la enfermedad en los
seres humanos. En otro experimento los midieron los niveles de ansiedad de los
ratones al monitorear cómo respondían a los nuevos entornos. El equipo descubrió
que los ratones de control y los ratones a los que se les cortó los nervios
vagos para protegerse contra la enfermedad de Parkinson pasaron entre 20 y 30
minutos explorando el centro de la caja, pero los que tenían nervios vagos
intactos pasaron menos de cinco minutos y se movieron principalmente alrededor
de los bordes, lo que indica niveles más altos de ansiedad, que son
consistentes con los síntomas de la enfermedad de Parkinson. Los resultados de
este estudio muestran que la alfa-sinucleína mal plegada puede transmitirse del
intestino al cerebro a lo largo del nervio vago, y el bloqueo de la ruta de
transmisión podría ser clave para prevenir las manifestaciones físicas y
cognitivas de la enfermedad de Parkinson.