Pero, y en cualquier caso, la vigilancia de la evolución del crecimiento en estatura continua siendo una dedicación. Que ese crecimiento sea armónico, continuado, adaptado al grupo étnico, compatible con la talla de los progenitores es lo que se espera y desea. Porque lo cierto y verdad, expresión repetida muy a menudo por un anterior presidente de esta sociedad, es que el crecimiento se entiende como bueno. Y deseable. Y cualquier desviación o, en especial, enlentecimiento, se considera negativo e indeseable. Por lo tanto la vigilancia debe ser mantenida a todo lo largo de la infancia.
Ocurre que la valoración social de la talla el final de crecimiento y, en ocasiones, durante éste, está sometida a condicionantes no siempre racionales, ligados a modas, costumbres y prejuicios que pueden contribuir a hacerles la vida complicada a los niños, motivar disgustos o incluso incidir negativamente sobre su estabilidad emocional. Y, hasta cierto punto, ejercer influencia sobre el caràcter y la personalidad de los niños y, después, de los adultos.
Incluso la valoración y apreciación está sometida a criterios dispares segun el sexo. Así existen pocas preocupaciones porque los niños varones sean altos, y justo al contrario, sí si son pequeños, mientras que la preocupación en el caso de las niñas es que sean “demasiado” altas.
Los condicionantes genéticos pueden seguir la norma, que los hijos se asemejen a sus padres. Pero las excepciones abundan y fácilmente se introducen en la opinión las referencias a que “ha salido” a tal o cual miembro de la familia más o menos inmediata.
Todo ello pesa sobre los niños y su capacidad de autocontemplarse y ubicarse en el mundo que les rodea. E incidir sobre su propia autoestima.
Se debe ser cauto al evaluar la progresión del crecimiento y evitar interpretaciones ligeras o valorativas sobre el mucho, el poco, el suficiente y el deseable que puedan inducir, además de confusiones y distorsiones de la realidad, conflictos emocionales u otras dificultades personales o intrafamiliares o, más aún, en el ámbito periférico como la familia extendida o la escuela.
X. Allué (Editor)