(Por Paco Soto). La extrema derecha no se cansa nunca… de decir tonterías. En todos los países del mundo los extremistas políticos o religiosos, de derecha o de izquierda, se caracterizan por la cerrazón mental, el sectarismo y el dogmatismo. Creen que tienen razón, toda la razón, y no pueden soportar la pluralidad de ideas y modos de vida y de pensar diferentes que existen en las sociedades abiertas y democráticas. España, que sufrió una larga dictadura en el siglo XX, es un ejemplo relevante en Europa de rápido cambio social y político. En unas pocas décadas la sociedad española se ha transformado profundamente, se ha modernizado de tal modo que quienes tenemos cierta edad y no nos hemos quedado anclados en el pasado, nos quedamos sorprendidos del cambio. Por mucho que los obispos presionen al nuevo Gobierno del PP para que anule leyes aprobadas durante la legislatura socialista o los sectores más reaccionarios del país vociferen en la calle contra el liberalismo social y ridiculicen e insulten a cuantos no piensan como ellos, la modernización de España es un proceso irreversible. No es un proceso lineal, sino con altos y bajos, pero la vuelta atrás, la vuelta a la España cutre y de la caverna, de sotana y sacristía, de peineta y macho ibérico, es prácticamente imposible. Esa España infame no ha muerto del todo, pero está muy enferma. Si el amable lector me permite el símil bélico, la España del pasado ha perdido todas las batallas de la ‘guerra’ por la modernidad. De vez en cuando esa España intolerante y absurda mueve la cola con rabia y expresa el odio y desprecio que siente por la nueva España democrática, liberal, tolerante y europea. Se oyen sus gritos desesperados y asustan algunos de sus gestos, porque nos recuerdan tiempos de ingratas vivencias. La España intolerante y reaccionaria se frota las manos porque está convencida de que la llegada de Mariano Rajoy al poder le va a permitir salirse con la suya. Se equivoca. Salvo un sector ultra minoritario, aunque muy ruidoso, la mayoría de los votantes del centroderecha son personas moderadas, más o menos conservadoras, que no tienen nada que ver con Franco o la derecha española de los años 30 del siglo XX. De la misma forma que la inmensa mayoría de los votantes del PSOE son ciudadanos sensatos que no sueñan con la dictadura del proletariado ni sienten simpatía por el marxismo leninismo. La inmensa mayoría de la sociedad española es moderada y liberal, como apuntan los estudios sociológicos y sondeos de opinión. En una entrevista con el diario conservador polaco Rzeczpospolita, el historiador Pawel Skibinski afirma que tras la victoria electoral del PP “no habrá una contrarrevolución” en España. Skibinski, que es miembro del Instituto Histórico de la Universidad de Varsovia, dice en la entrevista: “El nuevo gobierno, evidentemente, se concentrará en la economía. Es una solución perfecta para Rajoy. Sin embargo, yo no espero de este gobierno profundas reformas en la esfera política, cultural o de costumbres”. Le pregunta el periodista: ¿Permanecerá sin cambios la revolución de costumbres de Rodríguez Zapatero? El historiador, que, dicho sea de paso, no es un hombre de izquierda, le contesta: “Creo que se puede contar no tanto con el cambio de las tendencias, como con su detención. A lo mejor se suprimen las leyes más radicales relacionadas con la política familiar, pero en general las soluciones introducidas por los socialistas permanecerán sin cambios”. A su juicio, “para la mayoría de los españoles las reformas de Rodríguez Zapatero no han sido chocantes. Los españoles las han recibido como un elemento de progreso social aprobado en el área de costumbres por la mayoría de la sociedad. Rajoy, incluso si considera que esta revolución es negativa, asume que es un mal necesario. Él no ve ninguna posibilidad de construir la imagen y las bases ideológicas del partido en las cuestiones de cultura”. Pawel Skibinski piensa que el PP es “más conservador que el PSOE”, pero señala que “en las condiciones polacas se encontraría al lado de la Plataforma Cívica o incluso a su izquierda”. Estoy de acuerdo con lo que dice este historiador polaco que conoce bien España y mantiene estrechos contactos con historiadores españoles. No todos los polacos conocen tan bien mi país. Basta con leer algunos artículos sobre la situación económica, política o social de España que se publican en la prensa polaca para darse cuenta de lo último que he dicho. Hace unos días el profesor de la Universidad de Torun Jacek Bartyzel nos sorprendió a muchos con un absurdo artículo sobre la situación política española titulado “La victoria del partido único” y publicado en el rotativo Nasz Dziennik. Según este ilustre profesor universitario, en España, “el efecto de la transición democrática en los años 1975 -1978 ha sido la formación de una democracia atea y partitocrática ´coronada´ con el personaje del rey. Este sistema se completa totalmente con una oligarquía partidista compuesta, como en otros países como Francia, Alemania y Polonia, por cuatro grupos: ´conservadores´ del PP, socialistas del PSOE, Izquierda Unida con el papel dominante de los comunistas y los nacionalistas-separatistas, especialmente catalanes”. Según Bartyzel, “estos partidos llevan a cabo ‘disputas feroces‘, pero en realidad no difieren nada entre sí en las cuestiones verdaderamente fundamentales, todos son demo-liberales, laicos, igualitaristas y, por lo tanto, lo único que crean son las distintas fracciones y matices del ´partido único´, de la ´clase política´ demooligárquica”. Tras una primera lectura de este artículo delirante, uno puede pensar que su autor se ha equivocado de país y de siglo. Pero no se trata de una equivocación. El profesor de Torun sabe perfectamente de qué país está hablando, y odia de ese país sus grandes cambios en materia social y política. Añora seguramente otros tiempos en los que el orden injusto de las clases dominantes se imponía sin piedad sobre la mayoría de la población. La democracia, la igualdad de oportunidades y entre hombres y mujeres, el imperio de la ley, la laicidad, el respeto a las minorías, las luces y la razón son conceptos que le deben provocar alergia al señor Bartyzel. Él prefiere el mal llamado orden natural de las cosas, la vieja sociedad de castas, la voluntad divina que defienden los poderosos para conservar sus privilegios. En fin, para qué seguir. Jacek Bartyzel es un extremista de derecha, y con esos individuos es difícil dialogar. Como he dicho al principio de mi artículo, la extrema derecha se caracteriza por su capacidad ilimitada para decir sandeces, una tras otra, sin que se le caiga la cara de vergüenza. Nunca le faltará un público que aplauda sus idioteces y barbaridades. ¿Qué se puede esperar de un señor que escribe en un panfleto ultra como el periódico Nasz Dziennik? Nada bueno, desde luego. Es probable que algunos lectores españoles de Polska Viva no sepan qué es Nasz Dziennik . Pues es un periódico que pertenece a un emporio mediático fundado por el sacerdote redentorista Tadeusz Rydzyk. El buque insignia de este grupo multimediático es Radio Maryja, una emisora católica de extrema derecha fundada en diciembre de 1991
Además de la emisora y el periódico, el imperio mediático fundado por Rydzyk agrupa una cadena de televisión, la Escuela de Altos Estudios en Cultura y Medios, dos fundaciones, una librería, una Casa del Peregrino, apartamentos para estudiantes y unos 15.000 metros cuadrados de terreno en Torun. Radio Maryja se caracteriza por unas ideas políticas ultraderechistas, xenófobas y antisemitas. La emisora, que, según diversos estudios de audiencia, tiene entre 2 y 4 millones de oyentes (entre el 5 y el 10% de la población), difunde, además de rezos, retransmisiones de misas y música religiosa, ideas alejadas del ordenamiento democrático polaco, y puede sintonizarse por satélite en Estados Unidos –donde reside una importante comunidad polaca- y Canadá. Cada año, en julio, la asociación de oyentes Familia Radio Maryja organiza una peregrinación a la ciudad de Czestochowa, donde está situado el Monasterio de la Vírgen Negra. La emisora cuenta con el apoyo de gran parte de la cúpula católica polaca, pero ha recibido críticas de algunos prelados como el arzobispo de Cracovia y cardenal Stanislaw Dziwisz, un hombre muy cercano a Juan Pablo II, y del Vaticano, que no tolera los posicionamientos antisemitas de Rydzyk. Políticos católicos conservadores como el ex líder de Solidaridad y ex presidente de Polonia, Lech Walesa, también han criticado abiertamente a Radio Maryja y a Rydzyk, a quien le gusta que le llaman “padre director”. Radio Maryja, que dispone de una red de 47 emisoras locales, interpreta la Biblia literalmente y defiende un catolicismo contrario a las enseñanzas reformistas del Concilio Vaticano II. Cuando habla de Polonia y del mundo define claramente a sus enemigos: los judíos, los homosexuales, la izquierda, los alemanes, los rusos, la UE, el Gobierno de Donald Tusk… Radio Maryja -también el diario Nasz Dziennik- es un firme defensor de la teoría de la conspiración, y lleva año y medio sosteniendo que el accidente aéreo de Smolensk, donde murieron el presidente Lech Kaczynski y la plana mayor del Estado polaco, fue un atentado de Rusia. Algunos oyentes llaman a la emisora y dicen: “Tenemos que expulsar a los judíos de Polonia una vez por todas”. Otros piden un referéndum para que el país salga de la UE y proponen que se les rape la cabeza a los diputados que votaron a favor de la ley del aborto, como se hizo a los polacos que colaboraron con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. “La cultura en la que vivimos está corrompida por Satán”, claman algunos predicadores de la emisora. Radio Maryja –y el conjunto de medios que componen el emporio del padre Rydzyk- se parece a una secta que destila odio por todas partes. En opinión del profesor universitario Dominik Antonowicz, “esta emisora es escuchada esencialmente por personas que tienen el sentimiento de vivir en una fortaleza asediada, de pertenecer a una Polonia de segunda categoría, la que no ha podido coger el tren de las reformas”. La audiencia está compuesta mayoritariamente por mujeres mayores de sectores populares y de pequeñas ciudades y pueblos de zonas económicamente deprimidas. Los responsables de la emisora aseguran que Radio Maryja es “la voz católica en nuestros hogares”. Muchos católicos polacos no comparten esta afirmación y se avergüenzan de que una pandilla de fanáticos y aprovechados hablen en su nombre y arrastren a Jesucristo en el fango cada vez que lo citan. Tadeusz Rydzyk no ha hecho voto de pobreza. Le gusta el lujo y la ostentación. Su emporio mediático es también un gran negocio. Algunos medios sospechan que el cura redentorista ha llevado a cabo actividades ilegales para financiar su grupo empresarial, pero, de momento, la justicia no ha podido demostrarlo. El padre Rydzyk nunca ha aclarado cómo se financian la radio y los demás medios del grupo, aunque se sabe que durante el gobierno ultraconservador de Jaroslaw Kaczynski –líder del partido Ley y Justicia (PiS)- el Ministerio de Desarrollo Regional polaco concedió a la emisora una subvención de 15 millones de euros procedente de los fondos estructurales de la UE. El radicalismo político de Rydzyk lo ha alejado del PiS de Kaczynski. Rydzyk ha sido denunciado por antisemitismo varias veces, pero siempre ha salido indemne gracias al apoyo de una parte significativa de la jerarquía católica. Hace unos meses provocó una profunda indignación en su país al decir que Polonia es “un Estado totalitario”. El ministro de Asuntos Exteriores, Radoslaw Sikorski, pidió al Vaticano que tomara medidas contra el cura ultra. A ver si cae esta breva y todos lo celebramos.