El Globo de su fachada, que le dio nombre y personalidad, deriva de una costumbre inglesa que pretendía distinguir al establecimiento regentado por un farmacéutico de otro tipo de tiendas, como los herbolarios y las droguerías.
Antaño los pisos superiores fueron viviendas; en la de la tercera planta llegó a vivir Santiago Ramón y Cajal... Podría decirse que el que no fuésemos vecinos fue sólo cuestión de años, ya que también residí en esta misma plaza durante un tiempo.
La farmacia ocupa hoy las seis plantas del edificio, dedicándolas a todo tipo de negocios: laboratorio, veterinaria, formulación magistral, etc... Sirva decir que tiene hasta un interesante museo. Algunos de los productos fabricados aquí llegaron a alcanzar gran fama, como la Dermatina o la Crema Callicida de El Globo.
La fama de este establecimiento se apoyó sobre todo en las amplitudes de su horario y de su surtido (a todas horas encontrabas de todo). Hoy es un establecimiento moderno, robotizado, aunque sigue conservando el sabor de lo clásico. Para más datos, puedes visitar su página web pulsando aquí.