Un estudio realizado por médicos
estadounidenses y japoneses ha demostrado que la fecundación sin espermatozoides
(ROSI), no entraña riesgo para la salud
de los futuros niños. En su estudio, publicado en la revista Fertility and Sterility, comprobaron que
no existe ninguna diferencia significativa en el desarrollo físico y cognitivo
entre los niños nacidos gracias a la técnica ROSI y un grupo de control formado
por los niños concebidos de forma natural. Para alcanzar estas conclusiones analizaron
la evolución de 90 niños concebidos por la tecnología ROSI, desde el nacimiento
hasta la edad de dos años y compararon con un grupo de control de niños
concebidos de forma natural. La tecnología de la fecundación sin
espermatozoides utiliza espermátidas redondas y logró el primer nacimiento de
un niño sano concebido mediante esta técnica en el mundo en 1995. El único
problema persistente de la tecnología ROSI es su baja eficacia en términos de
niños nacidos por tentativa, las posibles mejoras de ROSI hay que buscarlas en
el refinamiento de los métodos de selección de las espermátidas
"sanas", pero también en el desarrollo de métodos más eficaces de la
misma técnica que permita activar los óvulos inyectados.