La felicidad de los demás es engañosa. Hay personas que siempre creen que los demás son más felices que ella. Hay otros que sin embargo dicen que no pueden ser felices mientras sus personas queridas no lo sean. ¿Pero acaso tenemos un medidor de la felicidad ajena? ¿Como podemos saber si los demás son felices? ¿Es la felicidad la ausencia de cualquier tipo de conflicto, fracaso o enfermedad? ¿Ayudamos en algo a los que no son felices no siéndolo nosotros? ¿Sómos nosotros responsables de la felicidad de los demás, o por lo menos de la de los más próximos a nosotros?
A las tres últimas preguntas contestaría con un rotundo NO.
De la única felicidad de la que somos responsables y agentes directos es de la nuestra, pase lo que pase. Los acontecimientos externos pueden contribuir a conseguirla con más o menos dificultad. Pero también la intensidad del disfrute será mayor si hemos madurado más porque hemos tenido que sortear muchas dificultades.
Ser feliz no es una opción es una obligación que tenemos con nosotros, con nuestros seres queridos y con la sociedad. Si todos nos ocupáramos de nuestra propia felicidad, la de verdad, no habría tanta ambición por enriquecerse, y por lo tanto no habría tantas injusticias en el mundo que los hombres producen por su ansia de poder. La mayoría de los males del mundo vienen por ese ansia insatisfecha y por esa ceguera que lleva a los hombres a buscar la felicidad dónde no está.
Por lo tanto la proxima vez no digas no puedo ser féliz porque los demás no lo son, sino los demás no son felices porque yo no lo soy.