Sería un coñazo intentar encontrar una definición para el concepto de felicidad, más que nada porque hay tantos tipos de felicidad como estilos de vida.
Para unos vivir rodeado de campo, animales y levantarse cuando sale el sol, es lo más parecido al paraiso terrenal. Otros si no están rodeados de tías buenas, coches caros y farlopa para la tropa, no se sienten felices.
Por tanto no perderé el tiempo en encontrar un ejemplo válido. Pero si que podemos hablar sobre el rival y mayor enemigo de la felicidad: la envidia. Seamos sinceros, tú eres feliz, si, pero lo eres más si la persona que odias es menos feliz que tú. O dicho de otro modo, no te vale con ser feliz si “el otro” también es feliz.
Eso es la envidia en definitiva, y si éso es así yo me considero la persona menos envidiosa del mundo.
Recuerdas ese post que publiqué el otro día sobre aprovechar el tiempo que te da la vida? Pues éste artículo sería casi la secuela de aquel tema, porque en definitiva hacemos muchas cosas (y lo que es peor, las dejamos de hacer) por lo que hagan los demás. Cuanta gente ha tenido hijos porque todos los del grupo ya tienen uno o dos? Cuantos se han metido en una hipoteca porque son los últimos de la pandilla que han dado el salto al estatus de propietario?
En esos actos irracionales, te das cuenta que no eres tú realmente quien decide cómo es tu vida? Actuar por envidia o celos es como criar cuervos, tarde o temprano te sacarán los ojos.
Y ya no te cuento en época de crisis, cuando comenzamos a mirar hasta el último céntimo y meditamos mil veces cualquier compra. No hay nada peor para un envidioso que tener que rechazar la compra de algo porque no le llegan los ahorros, y luego ver que su vecino/rival/enemigo se ha comprado justo el mismo que él quería. En esos momentos comienzan a tragar saliva, alguno escupe espumarajos, la mayoría se tiran de los pelos y muerden los puños por pura impotencia (y odio, que todo hay que decirlo).
No sé si viste la película “Muertos de Risa” de Álex de la Iglesia. Al final de la historia, el dúo de humoristas se odiaban tanto, que pese a estar forrados, vivían como miserables, espiando todo el día lo que hacía el otro, envidiando sus fiestas y su ritmo de vida.
Esa es una gran metáfora de lo que significa la Felicidad del Envidioso. Porque eso es cierto, hay envidiosos que haciendo eso disfrutan, podríamos decir incluso que son felices envidiando a los demás!
Me vino a la cabeza esta reflexión después de leer por ahí una noticia que hablaba de que las redes sociales han aumentado el sentimiento de infelicidad, porque comparamos nuestra vida con la de nuestros amigos y conocidos. Claro, miras los tuits que publica algún tuitero famoso, todo el día de viajes, visitando grandes empresa, abriendo regalos exclusivos, y lógico que sientas un poquillo de envidia cochina. Pero claro, no te contará en esos tuits que vive en un cuchitril de 40m2, que cobra lo justo para vivir y que esos regalos son los que le hace seguir en el puesto, porque le dan relevancia mediática. Quieres que te nombre algún ejemplo? No, verdad? Ya sabes por donde voy…
Por suerte o por desgracia, de mi grupo de amigos (he tenido muchos desde mi infancia) sólo tengo localizados a 4-5 en las redes sociales. Cuando descubro cómo les trató la vida, el ritmo que llevan, donde trabajan, cómo viven… Siempre siento alegría por ellos. No he sentido jamás envidia por cómo le va a un amigo, muy al contrario, siento orgullo de ver como amigos que en un momento estuvieron a punto de tomar un camino equivocado, corrigieron sobre la marcha y hoy tienen vidas repletas de todo lo que necesita una persona: buen trabajo, buena familia y un digno nivel socioeconómico (sobre todo si en ese cambio tuve algo responsabilidad).
Pero cuanta gente no se pasa el día en facebook buscando excompañeros del instituto, mirando sus fotos para ver si están más calvos que tú, más gordas que tú, si tienen trabajo, si están casados o si tienen hijos.
Y claro, volvemos a lo de antes. Si se trata de un envidioso profesional, lo mismo hasta disfruta haciendo estas cosas. Un día descubre que su compañero de pupitre hoy en día es subsecretario de gobierno, con coche oficial y secretaria, y claro, a partir de ese momento ya tiene un gran adversario para el resto de su vida. Es como encontrar a su gran antagonista. Uno en coche oficial y otro viviendo todavía con sus padres a los 35 años.
También debería ser justo haciendo una aclaración. Cuando te van bien las cosas eres menos envidioso que cuando tocas fondo. Cuando te ves con una mano delante y la otra detrás lo primero que haces es encontrar un culpable de tu situación. Como muy pocas veces asumes tu responsabilidad lo mejor es seleccionar un rival, un culpable, un “malo de la película”. Y para ese papel viene que ni pintado tu amigo el subsecretario con coche y secretaria.
Cada uno decide cómo quiere tomarse la vida, yo me lo tomo con mucha filosofía, con mucha calma. Prefiero encontrar la paz interior y no perder tiempo y energía en juzgar o analizar la vida de los demás. Por eso en casa nunca vemos programas de famoseo. No me interesa saber cómo viven ni cuanto dinero ganan.
Y en el día a días pues es igual. Disfruto de lo que tengo, que es muchísimo: salud, trabajo y familia. A cualquier persona si le quitas uno de esos tres pilares fundamentales es fácil que comience a perder el norte en su vida.
Créeme, no son tan felices, no tienen tanto dinero, la mayor parte es fachada y ganas de aparentar (dedicado al envidioso que está rabiando al leer ésto).